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sábado, noviembre 01, 2014

MISHIMA, EL QUIJOTE Y LOS 47 RONIN


El día que Mishima se convirtió en el Quijote y decidió que había que vivir la literatura y no la vida, sin duda tenía en la cabeza a los 47 Ronin. Mishima, armado con katanas y con el código de honor japonés, entró en un cuartel del ejército y tomó el mando. Pretendía soliviantar a los soldados y dar un golpe de estado que volviera las cosas al Japón tradicional.

Ese día quijotesco en el que Mishima decidió que la historia de los 47 Ronin no sólo era real sino que había que repetirla para salvar a Japón de la modernidad y de la falta de valores tradicionales, sucedió después de que el Premio Nobel le fuera concedido a su maestro Kawabata cuando él ya se daba por ganador.

La de los 47 Ronin es la historia de los soldados que permanecieron fieles a su señor después de que tras un oscuro incidente este tuviera que realizar el suicidio ritual. Es la historia mil veces popularizada y repetida en Japón de cómo los soldados prepararon y ejecutaron la venganza, de cómo consiguieron limpiar el nombre de su señor y de cómo después tuvieron que morir ellos también, tuvieron que cumplir con su propio suicidio ritual dando así muestras de que no les importó en ningún momento su persona, si no mantener la justicia y el buen nombre de su señor.

Esa historia ha pasado después a mangas, a libros, a películas, se ha trasmitido oralmente de padres a hijos y ha quedado en la memoria colectiva. Mishima, frustrado por no poder combatir en la Guera Mundial, frustrado por no tener el Nobel, frustrado viendo como todo se perdía, como Japón cambiaba, como el mundo olvidaba a los 47 Ronin y los códigos de conducta y el honor, decidió crear las Fuerzas de Autodefensa de Japón (al más puro estilo de D'annuzio) y convertirse él mismo en un Ronin, en el número 48.

Es día Mishima también inició su propio suicidio ritual, pero su secretario falló varias veces a la hora de rematarlo y cortarle la cabeza. El Quijote, convertido en Ronin, había hallado molinos una vez más.




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