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martes, noviembre 04, 2014

LA FALTA DE CRÍTICA


Hablábamos ayer del punto en el que se encuentra o en el que debería encontrase nuestra literatura, un punto desconocido, por muchas razones, una de ellas, seguramente, la falta de crítica. Para la crítica universitaria, la académica, que será la que coloque al final cada cosa en su sitio falta distancia.

La crítica universitaria trabaja casi siempre en etapas cerradas, así se puede estudiar un fenómeno con total profundidad, comprobando las fuentes, el alcance y la repercusión. Puede ver así lo que sucedió en un momento concreto e inscribir a un autor o una obra en su movimiento o en su estilo exacto. Casi nunca se ocupa de lo que sucede en el momento, mucho más inestable y con el peligro de fallar la disección.

En ese sentido, no es la crítica académica la que debe ocuparse de lo que sucede en el momento, sino que es otra crítica, la periodística, la que se ocupa de lo que sucede. Pero esa crítica periodística está empujada por diversos inconvenientes. El primero de todos es uno muy extendido en toda el periodismo, la relación personal entre periodista y actor de la realidad. En el periodismo deportivo, político, del corazón y también en el literario, lo que hace un amigo se mira con ojos diferentes a lo que hace un amigo, y con ojos también distintos a lo que hace un neutral.

Además hay que sumar los intereses de las casas editoras de los periódicos, muchas veces pertenecientes a grupos que publican los libros que son criticados (con poca credibilidad) por las secciones de cultura de la prensa.

De ahí la gran extensión de obras maestras, genios en una sola generación e incluso en una misma ciudad y por supuesto de Shakespeares, Cervantes, Dickens o Joyces renacidos, con una sola novela publicada.

Seguramente el de la crítica no sea el mayor problema del sector literario y editorial, pero no ayuda nada el amiguismo, el servilismo y la falta de credibilidad en lo que se dice o se escribe de determinados libros o autores. No ayuda a aclarar dónde estamos, qué es bueno, qué merece ser leído, quién vilipendiado.

Una vez más el lector se encuentra solo y perplejo ante la literatura, ante tanto y tanto libro publicado, ante tanto autor calificado de genial y ante un panorama que no se aclara y que se muestra plagado de genios que es necesario leer.



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