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sábado, junio 28, 2014

NARRATIVA BREVE


En el actual sector editorial parece que las novelas se compran más por peso que por el contenido. Pagar veinte euros por una novela nos parece bien siempre y cuando esa novela tenga ochocientas o novecientas páginas, que sea voluminosa. Entonces sí que parece una novela y seguro que, entre tantas páginas, hay lugar para muchas historias, para muchas aventuras y para algo realmente bueno.

En muchas ocasiones, sin embargo, son las novelas medias o cortas las que mejor plasman la realidad, las que tienen una cantidad mayor de literatura. En proporción, esas novelas cortas pueden igualar y desbancar sin problemas a una novela que sobrepase las novecientas páginas y que tenga además varias partes.

Muchos son los ejemplos de estas novelas (y ojo, hablamos de novelas, no de cuentos, que pertenecen, dentro de la misma categoría, a un nivel con cualidades distintas). La literatura inglesa ha dado múltiples ejemplos de esas novelas que sin llegar a las doscientas páginas pueden revelarse como auténticas obras maestras del género.

Otra vuelta de tuerca de Henry James, El corazón de las tinieblas de Conrad son ejemplos de narraciones construidas en esas distancias y que encuentran además de un gran acierto argumental, un forma de narrar, unas técnicas y unos personajes que tienen más profundidad que los encontrados en otras novelas mucho más extensas.

Mucho mérito tiene mantener la tensión narrativa, la capacidad de ajustar la técnica y el argumento en novelas mayores, en novelas que requieren muchas horas de composición y lectura, pero las novelas cortas, desprestigiadas por su tamaño, tienen mucho que decir.



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