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lunes, octubre 14, 2013

VIAJES NARRATIVOS: LISBOA

Una ciudad con cierto aire de melancolía, con olor a café y a cigarro aromático. Una ciudad de bacalao y arroz, volcada hacia un río, caída hacia un río por la vía de un tranvía. Una ciudad reconstruida mil veces. Rota y derruida. Y otra vez rehecha.

José María Eça de Queiroz relató el siglo XIX portugués. Medio irónico siempre, entre el naturalismo, el realismo y el humorismo, Eça de Queiroz es un novelista a la altura de Flaubert, de Zola, de Galdós. Uno de los grandes novelistas del XIX. En El primo Basilio muestra la Lisboa lánguida de mediados del XIX. Las clases altas y su cerrazón social y moral.Una ciudad de palacetes y grandes casas, de presentaciones sociales e indianos que vienen enriquecidos de sus viajes por América.

Saramago es el escritor portugués más conocido. En sus múltiples novelas, más que un lugar, Saramago muestra personajes, personas, muestra a la humanidad, sus defectos, sus incapacidades. El espacio en las novelas de Saramago no importa, no lo menciona. Todos podemos intuir que es Lisboa, pero podría suceder en cualquier otra ciudad, en cualquier otro lugar. No hay rasgos distintivos. O lo que es lo mismo, Lisboa es una ciudad igual que todas las otras, una ciudad moderna, una ciudad con hombres iguales a todos los demás. Una ciudad de ciudades.

El gran escritor de Lisboa es Pessoa. Él y sus otros. Sus heterónimos. Sus múltiples personas y personalidades escribiendo poemas de amor, filosóficos, morales, lingüísticos. Sus paseos por los cafés, solo y solitario. Las calles empedradas. Las casas de huéspedes. Los tranvías vacíos a primera hora de la tarde. La atmósfera de la ciudad siempre en las palabras de Pessoa y sus otros. Siempre dejando su impronta en lo que el poeta siente y dice. Siempre modificando la personalidad de sus habitantes. De los múltiples habitantes que viven también dentro de Pessoa, que lleva, dentro de sí mismo, otra Lisboa.  



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