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lunes, octubre 07, 2013

UNIVERSOS PARALELOS: MATRIX

Matrix es esto. Nuestro mundo es Matrix. Nuestro mundo es el universo paralelo y el mundo real, el que no vemos, es en el que las máquinas nos controlan y nos utilizan como pilas de combustible. Somos nosotros, todos, los que vivimos en un mundo paralelo y el real el que no vemos.

De esta premisa parten los hermanos Wachowski para crear el universo ficticio más famoso de los úlitmos años. Un informatico debe elegir entre permanecer en su vida, una vida falsa, o ver el mundo real, el controlado por las máquinas y donde los humanos no son más que pilas, energía para utilizar.

Al igual que Alicia, debe elegir entre dos píldoras, una que le hará seguir y otra que le hará visitar el mundo real. Lo curioso de Matrix es que el mundo ficticio es el que vivimos, el que percibimos cada día. Vivimos en una ensoñación producida por las máquinas, producida para que seamos felices mientras servimos de combustible para que las máquinas se alimenten de nosotros.

Contra ese mundo lucha una guerrilla. Para tratar de revertir la situación y volver a lo primigenio, para los hombres vuelvan a ser libres y el mundo sea lo que siempre ha sido.Y Neo será el elegido que podrá salvar a los hombres, que podrá volver las cosas a su estado normal.

La película fue un auténtico exitazo. Y contó con dos enrevesadas continuaciones. Gastaron miles de millones en complicadas escenas de acción que acabaron por comerse la idea original, la de un mundo real que no es más que una ensoñación, que el ser humano está dormido dentro de sí mismo, metido dentro de su propio sueño, que tiene que despertar para ser libre.

Como católicos polacos, los Wachowski identificaron a su héroe con Cristo, y a partir de ahí el sufrimiento y la libertad se convierten en una alegoría de la salvación de los hombres. Pero las continuaciones fueron decepcionantes. Los efectos especiales se comieron la historia que tanto prometía, la de un universo paralelo que estaba delante de nosotros, la de un universo ficticio en el que vivimos y otro destruido y real que no queremos ver.




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