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sábado, octubre 05, 2013

DOS EXPOSICIONES SURREALISTAS

Palabra o concepto adaptado del arte a la vida cotidiana, el surrealismo, lo surrealista, ha vivido una vida exitosa desde su inicio como una de las vanguardias de los años 20. Tal vez haya sido la más exitosa, la más reproducida y admirada, si dejamos a un lado los triunfos y la continuación del humorismo.

El surrealismo tiende a mostrar una cara de la realidad dictada por las sensaciones, y esas sensaciones tienen una ligazón personal y ambivalente con la realidad. Entre el objeto y su recreación no hay una linealidad inteligible, sino que su significado, su conocimiento depende más de la sensación que muestra, de las pistas personales que el autor ha dejado, que de todo lo que normalmente nos ayuda a conocer: los signos lingüísticos o artísticos, los tópicos o el contexto.

Fue una disciplina con mucho éxito y ha dado nombre a los sucesos que se salen un poco de lo cotidiano, a los que son difíciles de explicar. “Esto es surrealista” es una frase que se oirá decir a alguien sobre un suceso que se escapa, si bien mínimamente a su conocimiento o que se sale de lo normal o lo real.

Después de la festiva exposición de Dalí en el Reina Sofía, que motivó colas enormes y miles de visitantes para conocer la obra del gran surrealista español, dos nuevas exposiciones retoman el tema en Madrid. La primera es Sueño y Surrealismo, en el museo Thyssen y hablan de la relación de los sueños con el arte surrealista. Muestra obras de Dalí, Breton y otros grandes autores y estará en el museo madrileño hasta mediados de enero.

Hasta la misma fecha y desde el día 4 de octubre, en la también madrileña fundación Juan March se exhiben cientos de obras surrealistas en variados formatos. Su nombre es Surrealistas antes del surrealismo y podríamos verlo como el árbol genealógico del surrealismo, mostrando la evolución de este arte y sus artistas desde sus inicios hasta sus concomitancias con otros movimientos artísticos.

El surrealismo vuelve a estar de moda, o al menos vuelve a interesar al público que intenta, una vez más, desentrañar el significado de lo que ven sus ojos, sin poder llegar más que a una interpretación personal, a un atisbo del significado real de lo mostrado, si es que lo tiene.




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