SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA

Tranquilamente sentado en una terraza conversaba con el amigo Germán, inspector de Hacienda, sobre la cerveza. Como es un tema que nos apasiona, al menos a mí, hablamos de su invención y de su datación ya en el antiguo Egipto.

¡Qué tíos los egipcios! Inventaron las momias, las pirámides y la cerveza. Con eso puedes estar hablando toda la tarde en cualquier bar. Les sacaban el cerebro por la nariz, qué grandes. Total que así estuvimos los dos toda la tarde, hablando de las crecidas del Nilo, de Micerinos, de Keops, de la postura egipcia, de la escritura jeroglífica, de los gatos.

Al rato llegó la terapeuta y estuvo callada mucho rato. Pensé que aún le duraba el cabreo del último día, así que no la forcé a hablar. Nos escuchó mucho rato decir cosas sobre Egipto. Yo la notaba rara, percibía que se iba poniendo roja, verde, amarilla, hasta que al final dio un grito y dijo: no tenéis ni idea, y asistimos a tres horas de clase magistral de egiptología que nos dejaron pasmados.

Al terminar le dije a Germán: Sólo sé que no sé nada.

Sócrates, ¿ti es ti?