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sábado, marzo 13, 2010

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Sólo ese tiempo fui quien quise ser. Durante mucho tiempo, otro tiempo, me dedique a sobrevivir. Una vez fue por ella. Una mujer de ojos alargados y sonrisa fácil. Una mujer que me sonreía y me cogía de los hombros. Y tuve que sobrevivir. Sin ella. Y me costó saber que no. Que nunca sería lo suficiente. Y sobreviví siendo otro. Estando allí y gritando y fingiendo. Siendo otra vez otro distinto. No sé cómo lo hacía, como hacía para hacerlo. Pero lo hacía. Y nada me afectaba. O lo intentaba. Y me fingía fuerte. Caminaba por allí con aire de superiroridad. Ordenando y mandando. Fingiendo. Como siempre. Y no era el que quería ser. Ni con ella tampoco fui el que quería ser. No pude al final. Y tuve que ser otro. Otro que mentía. Otro que no podía estar siempre recogiéndola del suelo. No quise ser el que sabe más. El que nunca falla. Pero hubo días con ella que la miraba a los ojos y era más yo que nunca. Casi más de lo que nunca lo he sido ni lo seré. Y fue ese tiempo, memoria ahora, recuerdo ahora en las palabras que releo, en las dedicatorias de estos libros, el único en el que fui yo. Y coincidía con ella. Con el tiempo de ella. Todo junto. Y lo perdí.


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