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viernes, enero 08, 2010

LLAMADAS PERDIDAS

Ya no nos queda nada. No tenemos ni cobertura. Cuando quiero hablar con alguien tengo que irme a un lugar concreto de mi casa, esperar un rato a que resucite mi móvil y ya entonces confiar en no tener la necesidad de moverme ni que se de la tesitura de que se corte y punto sin más explicaciones.
Por eso recibo tus mensajes de las siete a las doce. Por eso hablamos raro y no me entiendes. O más o menos por eso. Creo que la negligencia de la compañía me ha privado de una noche en tu cama.
Felipe, sin embargo, como es de otra compañía no tiene esos problemas. A él todas las mujeres, hombres y niños que le llaman lo hacen sin problemas. Puede pasearse por cualquier lado y hablar. Puede quedar contigo. Él sí conoce tu cama. Luego me preguntas por qué le odio. Y por qué te odio a ti.
Se quejaron unos vecinos de que la antena estaba cerca de su casa. Ahora se quejan de que nadie les llama. La gente es contradictoria. Y un poco tonta. Quieren que pongan otra antena, pero que esté enfrente de la casa de los demás. Así es la vida. El cáncer para ti, para mí la cobertura.
Y yo mientras tanto viendo llover. Total, no me llama nadie. Ni aunque pudiera.

De estas ya no hay

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