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sábado, septiembre 26, 2009

CONVERSACIONES

Hoy Ana le ha preguntado a Laura por Rubén. Hace mucho que no le ve. Y hace mucho que Laura no le cuenta nada de él. Laura ha dudado un poco, no sabe bien cómo está Rubén, nunca ha sido fácil saberlo, porque nunca dice nada, no se queja, no protesta. Cuando algo le sucede hay que notárselo. Y si es muy grave, al fin estallará, pero no es de lo que cuente sus cosas por ahí, de los que comparten sus problemas o sus causas.
Laura ha respondido que está bien, muy bien, con sus chicos, y sus clases y sus partidos de fútbol. Pero Ana ha insistido, sin querer tal vez, en que hace mucho que no le cuenta nada de él, de esas cosas graciosas que dice o que hace. El humor de Rubén, Ana lo sabe, no hace ninguna gracia al principio. Y a mucho ni siquiera al final. Hay que andar espabilado. Porque además puede parecer que no es humor, puede parecer que está hablando en serio.
Ana al principio pensó que era un imbécil. Pero luego se reía mucho con él. Y con sus cosas. Y con como Laura le contaba sus cosas. Pero hace ya mucho tiempo que no le cuenta nada de él. Que parece que no viven juntos o que no pasan tiempo juntos o algo así porque ya no hay en sus conversaciones anécdotas o siquiera datos de qué hace o qué dice Rubén. No sabe nada de él.
Sus conversaciones han ido variando. Y en ella ya no salen muchos temas. Jefes que pasaron. Compañeras que fueron odiosas y ya lo son menos. Ropas. Programas de televisión. Hombres. Y de esas conversaciones ha desaparecido también Rubén.
Laura también piensa en eso, en que antes hablaba mucho de Rubén, de sus cosas, de esas cosas tontas que le pasaban, que les pasaban juntos. Y ahora casi no dice su nombre. Casi no habla de él. Con nadie. Ni siquiera con Ana.



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