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lunes, agosto 31, 2009

AMISTAD

Como estábamos muy borrachos todos decíamos y hacíamos muchas tonterías. El caso es que en esos momentos, ya saben, de exaltación de todo, pues comenzamos a decirnos cuántos nos queríamos, qué buenos éramos, cómo de unidos estábamos.
Cualquiera que hubiera estado allí siendo un observador neutral se hubiera dado cuenta de que era todo mentira, todo producto del alcohol.
El caso es que llegó Germán y le dijo a Felipe “Tío, eres mi mejor amigo” y luego vino Zoilo y le dijo “Tío, eres mi mejor amigo”, luego llegó el profe y lo mismo “Tío, eres mi mejor amigo” Y luego Lila “Tío, eres mi mejor amigo” y luego Amanda “Tío, eres mi mejor amigo”.
Pero la cosa, ya un poco difícil se complicó cuando cambió la frase: “Tío, soy tu mejor amigo” dijo Germán. Y luego Zoilo: “Yo soy tu mejor amigo”, y luego Amanda “Yo soy tu mejor amigo” y luego el profe “Tío, yo soy tu mejor amigo” y luego Lila, “Ya sé que no soy un hombre, pero soy tu mejor amigo”.
Empezaron a mirarse mal unos a otros, se sacaron las lágrimas tontas que les caían y comenzaron a pegarse. Como buenos amigos que son.


Alcohol, causa y a la vez solución de todos los problemas

domingo, agosto 30, 2009

ANOTACIONES EN EL CUADERNO

Mateo ha encontrado a Laura en la cafetería. Ella desayuna allí todos los días. Mateo estaba de paso, por casualidad, con unos compañeros. Ha ido a saludarla. Y ha notado a Laura un tanto azarada. Ana no estaba ya con ella, había marchado para la oficina. Mateo ha cambiado unas frases con Laura y ha vuelto en seguida con sus compañeros.
“Rubén tiene razón en tener miedo” ha anotado Mateo en su cuaderno a la noche. Es un miedo que Rubén no le ha confesado, pero que Mateo nota que tiene. Sabe que lo tiene. Pese a que ni el mismo Rubén sabe nombrarlo.
Mateo también lo ha tenido, lo ha sentido, puede que incluso siga sintiéndolo. Y es un miedo un poco impreciso, un miedo a perder eso que se tiene y que se ha ganado en tantos días, en tanto tiempo. Y si ese miedo no se tuviera era mejor dejarlo todo. Porque seguramente se habría dejado de sentir.
Mateo no está preocupado. Muchas veces han hablado Rubén y él del miedo. De que hay gente a la que el miedo no da nunca cesantía. De que el miedo no para. De que se puede tener miedo a todo. De que se puede tener miedo siempre. Y de que hay que tener miedo, que el miedo te hace reaccionar de la misma forma que el error te hace aprender.
Sabe que este miedo que debe tener Rubén ahora será la mejor prueba para ver si es un hombre, si sabe aguantarlo y, si es necesario, hacerle frente. Una prueba de madurez. Él pasó una. Y perdió en otra. Y sabe que esa pérdida puede ser dolorosa.
Mateo anota en su cuaderno el día en que esto ha pasado. Y espera acordarse para cuando tenga que volver encontrar la frase. Y espera ir haciendo un diario de ese miedo, verlo crecer con los sucesos, verlo alimentarse de los sucesos. Y se dice que apuntará todo lo que sea útil. Pero sabe que poco habrá útil.
Rubén no sabe ponerle nombre a ese miedo que ya tiene, pero que es tan pequeño y tiene tanto que crecer que tal vez no llegue a tiempo y llegue a suceder. Y entonces ya no valdrá de nada el miedo y aguantarlo. Entonces habrá que hacer muchas más cosas.


sábado, agosto 29, 2009

CAMBIOS

Como si hubiera estado un tiempo, unos años, menos quizás, tal vez más, aletargada, invernando, Laura ha despertado. Esa es la sensación que ella tiene y la que le ha contado a Ana. Ha sufrido unos pequeños cambios, que juntos, están siendo un cambio grande.
Un día decidió cortarse el pelo. Tenía el pelo en una larga melena de color oscuro. Tenía determinadas tonalidades bien impresas allí por la peluquera. Hacía mucho tiempo que tenía el pelo así. Pero se ha cortado la melena, se la dejado un poco por debajo de la oreja, sin llegar a los hombros. Y le ha dado una forma a las puntas hacia arriba.
Un peinado similar, tal vez el mismo, llevaba cuando conoció a Rubén. Por eso Rubén está contento. Porque por un tiempo, el pelo le volverá a crecer, ella será la misma que fue, la que conquistó. Luego, cuando fue suya, su pelo creció y fue el que era hasta ahora.
Laura está contenta con su nuevo corte. Le recuerda a ella también a la época en que conoció a Rubén. La alegría del tonteo. La felicidad de percibir cada matiz en las palabras. Laura está contenta y sonríe por las mañanas cuando se mira en el espejo. Se ve muy guapa. Rubén se lo ha recordado está mañana, ha ido por detrás y la abrazado medio en broma. Estás muy guapa le ha dicho.
También Laura se ha apuntado al gimnasio del polideportivo. Nunca ha sido muy deportista. Ni piensa correr. Pero hace pilates y alguna actividad más que le están sirviendo de apoyo no a su dieta. No es una dieta, dice, es una nueva forma de comer. Ha eliminado el pan. Y los dulces.
Su figura ha cambiado un poco. Aunque esto Rubén no lo ha notado. La ve como siempre. Ella sin embargo se sabe mejor, más delgada, y eso significa mejor, más atractiva, más guapa. Ana sí se lo ha notado y se lo ha dicho.
Este cambio en Laura hace que esté mucho más contenta, más vaporosa incluso. Su ropa ha cambiado también un poco. Se atreve con cosas que antes no. Ha cogido ropa que no le valía, se la ha probado y le quedaba bien. Estaba exultante.
Rubén sigue haciendo la comida. Sólo que ahora hace un poco menos. Y compra menos pan. Ve a Laura contenta y eso es lo importante. Por las mañanas, por las noches. Tal vez yo también precise un cambio se ha dicho. Pero se ha mirado en el espejo y no ha visto qué podía cambiar.
Ana y Laura van siempre a desayunar. Y ahora van mucho más contentas. Hay quien dice que más guapas.


viernes, agosto 28, 2009

¿SUSTO O MUERTE?

Zoilo, que no olvidemos que es médico, fue avisado para una urgencia el otro día. Cogió su maletín, se peinó, se visitió, se puso sus superzapatos, se echó colonia, y salió corriendo para la urgencia. Como no tiene coche tiene que ir a dedo y eso hace que sus trayectos sean muy largos.
Tiene un cartelito que dice “Médico de urgencias” que enseña a los coches para que le paren, pero nunca le para nadie. Al final siempre tiene que ir en metro, en autobús o andando. La gente le considera un buen médico porque cuando llegan han pasado dos cosas: que el enfermo de tanto esperar ha muerto con lo cual el médico no ha tenido la culpa, o que el enfermo se haya recuperado con lo cual todos dicen que es un gran médico.
El caso es que llegó tarde y el hombre ya había muerto. No es una cosa inhabitual así que Zoilo comenzó a extender el certificado de defunción. Pero sus familiares decían que no. Que no estaba muerto. (Y no amigos, no estaba de parranda). Que tenía un buen color para estar muerto.
Zoilo utilizó los procedimientos habituales. Poner una cerilla debajo de la nariz. Nada. Patearle el hígado. Nada. Hacerle cosquillas en la planta de los píes. Nada. Hacer que la mujer más atractiva de la casa se desnude ante él (siempre que no sea la hija u otro familiar incompatible, en cuyo caso sólo se la pedirá que se desnude para disfrute del médico). Nada. Total que está muerto dijo Zoilo.
Pero los familiares, que veían un muerto sonriente, un muerto con cara guapa y retrechero, un muerto juerguista y fenomenal, decían que no. Que no había que enterrarlo. Que estaba vivo y bien vivo. Vino otro médico que aplicó otro método: un electro. Nada. Está muerto.
Lo ven dijo Zoilo. Pero nada los familiares no se convencían. Al final el muerto se ha quedado en los huesos. Ha empezado a descomponerse. Pero con buena cara. Y los familiares ante esa cara tan estupenda aún albergan dudas. Menos los hijos. Que quieren ya la herencia.

La prueba de la cerilla

jueves, agosto 27, 2009

¡UFF, VAYA LÍO! ¿LOS PRIMOS DE MIS PRIMOS SON MIS PRIMOS?

Felipe, hombre afortunado, ha ligado. Al despertarse en casa ajena se ha dado una vuelta por allí haber qué había y ha encontrado fotos. ¿Qué fotos? Fotos de su familia. De la chica con la que se ha acostado y la familia de Felipe.
Ha ido a la cama y ha despertado a la chica para ver cómo era eso. Y han llegado a la conclusión de que Felipe y ella son familiares. ¿En qué grado? ¿Han cometido un delito? ¿Un pecado? La verdad es que no lo tienen muy claro.
Resulta que Lupe, la madre de la chica, es prima de Antonio Jesús, el padre de Felipe. Es decir, que el padre de Lupe, Francisco Manuel, y la madre de Antonio Jesús, Ginebra, son hermanos. Es decir, que tienen un nivel de consanguineidad. Pero no sabemos cuál. Llevamos intentado calcular cual mucho rato pero no somos capaces de discernir qué nivel de parentesco tienen.
Germán dice que son primos segundos. Zoilo que son primos terceros. Lila dice que son tío y sobrina respectivamente (¿Por qué tío y sobrina y no tía y sobrino?)
Total que como no sabíamos qué hacer hemos llamado a un sacerdote para que nos oriente. Pero no nos ha servido de nada. Nos ha dado un capón a cada uno con el hisopo y nos ha llamado herejes, pecadores y otros insultos episcopales que no nos ayudan.
Felipe ha emprendido una peregrinación a Roma a pedir una dispensa o una explicación papal. La chica, Ana, se ha ido con él, lo que hace pensar que necesitarán más de una dispensa papal. Espero que no salgan hijos de ahí, porque van a ser muy difíciles de explicar y me temo que no todos los listos que debieran.
Mientras tanto, hemos empezado a discutir esta otra cuestión, ¿El primo de mi primo es mi primo? Veo en el horizonte otro lío.


Primos lejanos

miércoles, agosto 26, 2009

MÁS DEPRESOR DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

Esta vez el que se puso fino fue Germán, que le dio por contarme esta historia tan triste, que realmente creo que es una trola (no es cierto que los niños y los borrachos digan la verdad, son dos de los grupos de personas a los que más he oído mentir):
“Cuando me enfadaba con mi padre, me encerraba en mi habitación a odiarle, porque siempre he odiado mejor en soledad. Allí imaginaba que él moría y yo me hacía con la responsabilidad de la familia y lograba sacarla adelante siendo un héroe para mi madre y mis hermanas. Otras veces mataba también a mi madre porque estaba de su lado o porque el enfado era con ella, y lograba también ser un héroe, otras veces lo mataba a todos, también a mis hermanas, y me convertía no en héroe familiar, sino en un héroe público y disfrutaba aún más.
Nunca funcionó, no conseguía matar a nadie, salvo al canario, que una vez me picó en e un dedo, pero me arrepentí tanto de matarlo que me convertí al cristianismo y el cura me puso treinta ave marías de penitencia, uno por el canario, cuatro por los malos pensamientos y el resto por toda una vida de ateo. En la iglesia conocí a la que hoy es mi mujer. Cuando me enfado con ella no imagino que se muere, sino la reconciliación. Si me cogiese el cura ahora no salía de la iglesia en tres meses, uno por los malos pensamientos y dos por las reconciliaciones.”
Por lo visto luego se divorció y se hizo budista. O no sé qué.


Buda dorado

martes, agosto 25, 2009

LA GENTE NO CAMBIA

El profe ha inventado una máquina con la que escuchar a los muertos. Contacté con mi amigo Pepe, que se mató en un accidente con su mujer y me contó esto:
A pesar de que estaban muy logradas, no le convencieron mis explicaciones. Salió corriendo a la cocina y desde la puerta me tiró la olla exprés. No recordó que los dos estamos muertos y que la materia nos traspasa. La olla salió por la venta y le fue a dar a un señor bajito en la cabeza con tan mala suerte que lo mató. El espíritu del señor, indignado, subió volando y entró por la ventana para pedir explicaciones. Mi mujer lo despidió con cajas destempladas y se centró de nuevo en mí.
Al día siguiente buscó el nombre del señor bajito en la guía de los muertos y le pidió disculpas telefónicas.
Total, que siguen igual que cuando vivos, o lo que es lo mismo, la gente nunca cambia.

Mi amigo Pepe

lunes, agosto 24, 2009

DEPRESOR DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

En un momento de borrachera Zoilo me dijo:
Siempre supe que sería soltero. Pero nunca pensé que sería gordo, aunque todos los indicios me lo decían claramente: mi vicio por el chocolate (¿tendrá que ver con mi falta de sexo?), mi afición general por todos los dulces y el azúcar, mi falta de afición a las prácticas deportivas, etc.
Me mortifico constantemente por mi falta de visión de futuro. Me machaco ahora en el gimnasio con mucha constancia, sin ningún resultado. Soy sin duda absurdo y patético. Siempre supe que sería soltero, nunca nadie me quiso y ahora sé que la razón principal es seguramente mi gordura.
Le quité la botella. Se puso a dormir. Al día siguiente se ligó a una morena. Y se comió un cochinillo. La vida es así.


Litros

domingo, agosto 23, 2009

NUEVOS POEMAS

Rubén lleva toda la tarde intentando escribir un poema de amor para Laura. Antes podía escribir varios, muchos, poemas de amor en una tarde. Poemas para María. Ahora, sin embargo, no es capaz de escribir uno para Laura. Sabe que está enamorado de Laura. Pero aún así no puede escribirle un poema de amor.
Se pregunta si no será realmente la falta de hábito, de escribir, la que le hace incapaz de escribir el poema. Tiene una foto de Laura a su lado. La mira repetidamente. Su pelo negro, sus ojos marrones, su sonrisa un poco pícara, su nariz respingona. Antes podría haber escrito un poema a esa nariz. Pero ahora no puede. Mira sus labios. Y escribe sobre su gordura. Pero le queda infantil. Y obsceno.
Piensa en Laura. ¿Le falta algo a Laura de lo que tenía María?¿Siente por ella un amor distinto? El amor con María nunca llegó a nada. Ni siquiera a una declaración. Con Laura lo ha tenido todo. Y es feliz con ella. Pero no puede rellenar unas líneas expresando esa felicidad y el resto de sensaciones que Laura le hace sentir.
Como ya lleva mucho rato intentándolo lo ha dejado. Ha guardado su cuaderno, su pluma y se ha puesto a recoger un poco el despachito donde tiene sus cosas. Lo hace más que nada por moverse y despejarse. Laura pasa por la puerta. Lleva la ropa de estar por casa. Una oleada de deseo le ha venido a Rubén. Pero en lugar de ir tras Laura ha corrido tras el papel. Pero tampoco ha podido escribir nada.
Sabe que no podrá, no al menos hoy, escribir ese poema. Y el por qué le preocupa. “¿Habrá cambiado mi forma de amar? ¿O es que no la quiero?” Ha ido tras Laura. Ella ve la tele con los píes subidos en el sofá en el que se sienta. La mira un poco escondido tras la puerta. Está claro que la ama. Y que también la desea.
Ve los defectos de Laura. Las arrugas pequeñas que le están saliendo en los ojos y en los labios de tanto sonreír. La nariz, respingona, pero con una pequeña cicatriz. Sus pechos pequeños. Su mirada un tanto displicente, un tanto elitista, como de estar lejos de todo, como si todo le diera un poco de asco. Y es así como sabe de su amor por Laura. Por sus defectos. Por la contemplación y el disfrute de esos defectos.
María nunca tuvo defectos. No pasó de ser una idea en su cabeza. Una vez más, con María todo pasó dentro de su cabeza, dentro de la fantasía. Laura es una mujer real. Está allí sentada. Y en cierto modo puede decir que es suya.
Rubén no puede escribir un poema para Laura, pero sale al salón y se sienta a su lado y le roza un poco el hombro. Ella apoya su cabeza en él. “Este es el poema” piensa Rubén. Pero no se ha quedado muy convencido de sus propias palabras.

sábado, agosto 22, 2009

ANTIGUOS POEMAS

La buhardilla está llena de objetos que parecen inconexos. A esa confusión ayuda el hecho de que las cosas de Laura y las de Rubén están allí revueltas sin orden aparente. Tan pronto se puede encontrar una caja con las cartas de Rubén como sobres con fotos de Laura. Discos antiguos, libros de texto, carpetas llenas de papeles, botes con bolígrafos que no funcionan, barajas de cartas, viejos teléfonos, transformadores eléctricos y cosas que ya no son útiles, ni siquiera decorativos.
Rubén está buscando entre los papeles algunos que le servirán para un artículo que está escribiendo. No lo hace mucho, pero a veces se interesa por un tema y escribe algo. Mateo tiene un contacto que se lo publica en una revista de estudios literarios. Ahora busca algo sobre el humor. Es un viejo tema que siempre le ha interesado. Y que nunca ha podido terminar. Es una cuenta pendiente.
En una carpeta, entre apuntes y notas útiles, bibliografías, datos, páginas, nombres de autores, citas, ha encontrado una separación con papeles que él había manuscrito en sus tiempos de universidad. Son un poco sonrojantes los papeles. Son poemas de amor, encendido, a una compañera de clase.
No recordaba la exactitud y la voluptuosidad de las palabras, las descripciones de momentos, partes del cuerpo, de sentimientos que en el momento debió tener y ya no tiene por una mujer de la que no termina de recordar la cara, el cuerpo que motivó tan ardientes palabras.
Has buscado Rubén las fotos de aquella mujer, María, entre sus cosas. Sólo ha encontrado una. Ella está agarrada a una amiga. No la recordaba así. No pensaba en ella desde hacía mucho. Recuerda ese amor encendido que sintió por ella. Las clases enteras mirándola a ella en lugar de al profesor. La incomodidad de algunas situaciones. El hecho de que ella nunca le amara y de que su poesía cogiera ese tono escéptico que ahora está releyendo.
María. No es la primera mujer que Rubén amó. Tal vez sí la que más tiempo amó. Y la que le hizo decir más cosas absolutas, de no olvido, de recuerdo, de amor infinito. Rubén ha buscado fotos antiguas de Laura. Fotos en las que tendría la edad de María más o menos. Las ha puesto juntas. Las ha comparado. Tienen algo familiar, pero a la vez algo muy distinto. No sabe Rubén si es en los ojos, o en la nariz, pero algo las iguala y algo las diferencia. Rubén no sabe si se alegra o no de que haya sido Laura y no María la que al final le haya acompañado.
No puedo saber cómo hubieran sido las cosas con María. ¿Estaría entonces mirando fotos de Laura? ¿O de otra? El futuro es incierto. Esa incertidumbre, el azar, acaba por ordenar nuestras vidas. Mira la foto de María. Mira la foto de Laura. ¿Olvidará a Laura como olvidó a María?
Rubén ha roto los papeles. Ha roto los poemas. Son muy malos, se ha dicho. Y los ha tirado al contenedor de reciclaje.


viernes, agosto 21, 2009

PROBLEMAS EN EL PARAÍSO

Pero volvamos al paraíso terrenal donde Adán estaba el bueno a su rollo. Se levantaba y miraba la prensa. Llegaba al bar del paraíso, cogía el marca, se pedía unos churros y desayunaba a su aire. Hala, luego ponen un Marsella – Lens, que guay. Y se frotaba las manos con deseo y esperanza.
Luego se tiraba delante de la tele y se ponía a Nadal, a Alonso, a Contador, atletismo, Curling, lo que fuera. Ponía el Carrusel Deportivo, Onda Madrid o Radio y era un tío feliz. Pero Dios le vio cara de necesitar algo y decidió, como ya dijimos ayer, crear a la mujer.
Entonces el hombre empezó a tener problemas. Nada de ver el Marsella, tenía que ver la serie de no sé qué tipa que se pone triste porque su padre no sé qué y su madre patatín y sobre todo un hombre no la quiere.
Todo fue peor para Adán. Sí, descubrió el sexo acompañado, pero le costaba tanto conseguirlo… Y encima el sexo solitario se le había vuelto insípido, triste y culpable, porque Eva le regañaba.
Total que Dios no le había hecho un favor demasiado grande que se diga. Así que cuando Eva le ofreció la manzana prohibida Adán se aferró a ella como una salvación, seguro que así pasa algo, pensó, o me echan de aquí y me voy con la gente o me matan o algo. Y claro que pasó algo. Que Eva se enfadó porque perdió sus privilegios y desde entonces todas las mujeres del mundo están enfadadas.
Y eso lo pagamos ahora los demás, porque esta noche tan calurosa hemos vuelto a salir y nos han vuelto a dar de leches, unas metafóricas y otras reales, un montón de chicas que tal vez estén deseando acostarse con nosotros, pero están siempre tan enfadadas…

Curling, ese gran deporte

jueves, agosto 20, 2009

EL CALOR DE LA NOCHE

Zoilo, Felipe y yo hemos salido esta noche a dar una vueltecilla, tomar unas cervecitas y a ver si nos olvidábamos del calor que no nos dejaba dormir. Aparte de ese calor había otro en el ambiente. No sé sabe si es el verano, el propio calor, la falta de ropa o qué, pero la cosa es que en el ambiente hay un algo tórrido, sexual y sensual que no podemos explicar pero que nos pica a todos.
Un buen día Dios creó al hombre. Y el hombre era un ser feliz allí en el paraíso, todo el día comiendo y bebiendo y dedicándose a lo suyo. Si le hubieran dado una tele y el carrusel deportivo sería el súmmum. Pero Dios, que es infinitamente bueno, decidió dar algo más al hombre y le dio a la mujer con estas palabras: “Toma, para que la jodas” y desde entonces el hombre no ha parado de joderla.
Desde el principio mujeres y hombres no se llevaron bien. No sólo por la tontuna esa de la manzana, que la verdad, no está claro que pasó y que no pasó, sino por la visión de la vida. Que yo quiero estar contigo arropaditos todo el día viendo pelis de amor en la tele. Pero yo quiero ver el fútbol, que no me molestes y dar una vuelta con mis amigos.
Total que la vida así se hace insoportable, porque estamos condenados a buscarnos y no a encontrarnos. Con este calor parecería claro que deberíamos querer lo mismo y que todo debería ser fácil. Pero no es así, todo es igual o más difícil. Y dado ese dato, dado todo lo que hay que hacer, todo lo que hay que mentir y aguantar, todo lo que hay literalmente que sudar en cualquier caso, lo mejor es embolingarse de lo lindo. Así se te olvida todo y te quedas dormido como un niño. Y te es indiferente todo lo demás.

Mujer en la barra de una terraza de verano

miércoles, agosto 19, 2009

PROHIBIDO FUMAR

Aunque muchos lo dudéis yo fumaba puros grandes como un brazo de gitano o más. Ahora ya no lo hago por dos motivos: por la representación fálica que esos puros tenían y que, claro, acaba en mi boca siempre, y sobre todo y especialmente, por Sara Montiel.
Felipe sin embargo, no ha podido dejar de fumar. No puros. Cigarrillos. Y como él intuyo que hay miles de personas (¿millones?) que fuman y fuman. Y fuman en todas partes. En las puertas. En los bares. En las puertas de los bares. Y en todas partes en general.
Pero esto se va a acabar. Como si fuera un furibundo ex fumador el gobierno va a prohibir fumar en todas partes. No va a dejar fumar en ningún lugar bajo techo. Esto será estupendo para nuestra ropa, que no estará nunca más impregnada de ese apestante olor que cada día que vuelves a casa lleva.
Pero será malísimo para todo lo demás. Sobre todo para mi vida sexual. ¿Cómo voy a acercarme a una mujer para pedirle fuego si ya no se puede fumar? ¿Cómo romperé el hielo? ¿Qué dirán ahora mis amantes para las que lo mejor de acostarse conmigo era el cigarrito de después? ¿Qué pasará ahora que no puedan echarse ese cigarrito? ¿Se extenderá mi fama de mal amante por el mundo mundial y no volveré a practicar el bonito ejercicio?
¿Y la libertad de cada uno? ¿Y por qué fumar y no beber? ¿O comer jamón del malo? ¿O pagar de más en los parkings? Todo esto me suscita muchas dudas, pero estoy un poco aletargado por el sueño como para contarlas ahora.

Fumando espero

martes, agosto 18, 2009

MARTA NOS HACE LLORAR

Hace algo así como un año, cuando quedaba muy poco y en ese muy poco todos sabíamos lo que iba a pasar, todos sabíamos que Marta iba a morder a sus rivales, iba a poder con el ácido láctico y las pulsaciones, iba a poder contra el peso de la raza y la talla, iba a poder como siempre puede, como podía cuando corría, blanca, blanca, los 3.000 y los 5.000 contra toda África, cuando veíamos en nuestra cara y en nuestra boca las mismas expresiones de siempre, es una crack, qué huevos tiene, es la mejor, Marta Domínguez se cayó. Tropezó con una valla, en uno de esos obstáculos de los 3.000 obstáculos, que te destrozan las rodillas, que te rompen las articulaciones, los tendones, los músculos, que te empapan los ojos y las zapatillas y la ropa toda y donde todo te salpica, las rivales, la ría donde no sabes dónde vas a caer, donde puedes acabar chafado. Tropezó con la valla y nos hizo llorar.
Ayer, la misma prueba, algunas protagonistas iguales, Marta corría como siempre, la cinta rosa de su tía en la cabeza, la cabeza alta, siempre en cabeza, saltando la ría, los obstáculos. Las rusas, tan altas y elegantes, tan de mentira por lo guapas y rubias y de ojos azules que son, y las africanas, pequeñas y constantes como hormiguitas que se te cuelan al final por cualquier lado y que te ganan sin sudar, sin esforzarse, corrían a su lado. Y corrían con miedo. Todas conocen a Marta. Saben que no pueden llegar al final con ella. Y al cruzar la última valla contuvimos el aliento (a veces la historia es terca y quiere repetirse) y vimos a Marta pasar y al pisar el suelo ya era la campeona, ya era la mejor del mundo, ya había ganado. La rusa, a dos centímetros, lo sabía, Marta lo sabía, nosotros, la piel de gallina, levantados del sillón, saltando, gritando, lo sabíamos. Marta nos hizo llorar otra vez.

Ya era la campeona

lunes, agosto 17, 2009

TRÁGICO FINAL

Al final la cosa acabado mal. Muy mal. Jesús y Marisa empezaron una relación. Y Zoilo estaba loco de celos. Marisa le dio boleto y Zoilo se lo tomó muy mal. Estuvo varios días en casa llorando y llorando como una magdalena. Hasta que al final tomó una resolución.
Fue a la casa y se encontró con la pareja haciendo manitas. Y se volvió más loco aún. Pensó en pegar fuego a la casa, en comprar cucal y poner trampas por toda la casa. Le convencimos de que es absurdo intentar acabar con las cucarachas del mundo, cuando ni siquiera una explosión nuclear acabaría con ellas.
Pero yo no quiero acabar con todas, a mí con acabar con una me vale. No sabíamos quién era esa una, si Marisa o si Jesús. Compró una tarántula y se fue con ella a la casa, sólo para dar celos a Marisa y demostrarle que estaba bien. Pero se notaba a la legua, hasta siendo una cucaracha, que era una mentira grande como la tarántula aquella.
Pero Marisa, mujer y al fin y al cabo, estiró el cuello para mirar lo que se cocía y ver a su ex amante con otra. En ese momento se produjo el fatal desenlace. Zoilo cogió a Marisa y soltó a la tarántula que se escabulló.
La tarántula ha hecho estragos en aquella casa y se ha comido al gato y a un señor de Burgos que llamó a la puerta para preguntar si vivía allí Marina. No vivía allí, pero la tarántula aprovechó y se lo comió. Allí seguiría si no se hubiera muerto de la indigestión. Porque aparte de al señor de Burgos se comió dos kilos de morcillas traídas por él que le han sentado fatal.
Pero vamos a lo importante. Zoilo cogió a Marisa y en un acto indescriptible de amor y guarrería, se la comió. Hizo así el sueño de ser uno con su amante, además de vengarse por la afrenta y de coger la mayor infección de su vida. Está en cuidados intensivos. Esperamos que sobreviva.

Última foto de cucarachas, lo prometo

domingo, agosto 16, 2009

CORRIENDO

Muchas tardes Rubén y Mateo salen a correr. Mateo es alto y moreno de piel, el pelo lo ha ido perdiendo poco a poco hasta ser prácticamente un residuo en los laterales de su cabeza. Ha corrido mucho Mateo, él fue el que invitó a Rubén a correr. Y juntos corren y corren por las tardes.
Llevan zapatillas blandas, pantalones holgados (no son de esos corredores que precisan que la ropa les ajuste y no les moleste), camisetas de fibra. Llevan cronómetros y pulsómetros y se cuentan las pulsaciones y los tiempos y los metros que van haciendo con una metodología y un cuidado que no extraña a quien los conoce.
Mateo es como Rubén profesor. Pero es mayor que Rubén. Ambos pueden hablar de su profesión, de fútbol, de literatura, de la vida. Gastan muchas de sus conversaciones en naderías. Otros días no hablan. Pueden permitirse el lujo de estar juntos mucho rato sin hablar.
Mateo dice: “No hay nadie que no tenga miedo. No hay valientes. Gente que no tema. Sólo hay gente que se aguanta el miedo. Los otros son simples locos. El miedo es necesario. Te frena. Te resguarda. No te preocupes por tener miedo. El miedo no se pasa nunca. Yo aún tengo miedo. Mucho miedo. Y tú, que eres más joven, es normal que tengas miedo. Incluso como tú dices, miedo indefinido, el miedo a que pasará algo. Pero no te creas que era pitoniso ni nada de eso, que vas por ahí adivinando el futuro, presintiendo el mal por venir. Eso le pasa a mucha gente. Hay estudios de psicólogos que lo dicen. Así que no preocupes por lo que vendrá, sea lo que sea, será. Y no te preocupes si le tienes miedo, sólo tienes que aguantártelo, fingir un poco que no lo tienes, y así puede que hasta desaparezca”
Mateo y Rubén corren muchas tardes y casi nunca hablan de nada. O hablan de comida. De fútbol. De sus mujeres. También se enseñan el uno al otro. No pueden olvidar su tono de profesores, su costumbre de estar todo el tiempo enseñando algo que ellos y sólo ellos creen importante, a los demás.

Corriendo

sábado, agosto 15, 2009

CONDUCIENDO

Rubén conduce. Le gusta conducir. Ver pasar las cosas y perderse lejos. Y volver para verlas si hay que volver para verlas. Tiene algo de automatismo que le ayuda a pensar. El ver pasar las rayas de la carretera, accionar la palanca, los pedales, todo de un modo incoherente, sin pensar, sin necesidad de decidir que pedal tocar, que botón. Tiene algo de relajante y Rubén lo aprovecha.
Piensa en la moral. “Es así, claro, mi moral es supraindividual, me sirve a mí, pero no les sirve a los demás. Mi código moral, el que me dicta lo bueno y lo malo, lo que sirve y lo que no, lo que debo o no debo hacer, sólo es mío, porque yo lo he construido para mí y basándome en mis enseñanzas. Y esas mismas enseñanzas, o aprendizajes no sé muy bien cómo llamarlas, me dicen que no puede imponerse a nadie un código moral. Por eso es supraindividual, por eso sirve solamente para mí y no puede servir para nadie más, porque a mí me da igual que sirva o no para nadie, me vale que me sirva para mí, que me lleve a dónde yo quiero ir.
¿Pero eso vale para mi moral o para todas? ¿Y si moral en lugar de ser recta fuera torcida? ¿Y si me indicara que matar es bueno, o robar, o la violación? ¿Puede así ser una moral individual, única, personal? ¿Habría así bien o mal? ¿O todo sería depende?
Claro, ha de haber una moral colectiva, dictada por las leyes y las costumbres y hasta por la religión. Y esa fundamenta todas las demás. Las individuales. O las colectivas, porque admito que pese a que la mía sólo me sirve a mí puede haber una que sirva a todos, a muchos al menos. La misma religión.
Y cada uno así se hace su moral. O acepta la del grupo si no quiere o no puede hacerse la propia. Me gusta. Me gusta la idea. No sé si me estoy equivocando. Si estoy razonando hacia mí mismo, dándome la razón. Pero mi moral vale para mí. Mis actos han de ser juzgados por mí. Y luego por los demás. Y si mi código es correcto conmigo, lo que los demás opinen da igual.
Por eso mismo con esta moral no se pueden juzgar los actos de los demás, sólo los propios, sólo estos pueden ser medidos, ser buenos o malos, y no existe no la opinión, sino la categorización sobre el resto de actos. Porque en todo habrá siempre un punto de vista. Ahí lo tenemos de nuevo, siempre el punto de vista, siempre matizando cualquier visión, cualquier idea.
¿Y Laura? Mi moral es supraindividual, ¿pero le sirve a Laura? Ella no es yo, pero está muy cerca de mí, es lo más cercano, ¿le sirve? ¿Le puedo aplicar mi moral? ¿Y Laura?”
Rubén no ha llegado aún, pero ha dejado ahí el pensamiento. Su cabeza ha cambiado de idea. A veces pasa, le pasa, que cuidando de una idea salta a otra sin darse cuenta, sin pensar. Más cuando va conduciendo.

Conduciendo

viernes, agosto 14, 2009

SU AMOR ES SUYO

Zoilo anda por ahí todo el día cantando una canción de Bambino. Se ha enfadado un poco porque le hemos reprochado su relación con Marisa. Y así anda todo el día con Mi amor es mío en la boca. Mi amor es mío y no lo entrego yo así a cualquiera, mi amor es mío y se lo brindo a quien yo quiera.
El caso es que le hemos dicho que esa relación es imposible por muchas razones, por razones meramente higiénicas y por razones de otra índole, de índole sexual exactamente. ¿Cómo piensas poseerla Zoilo? Le preguntamos el otro día. Y nos dio largas.
Él sigue insistiendo en la pureza de su amor y en que nadie podrá arrebatárselo y todas esas cosas de los amantes que llevamos oyendo desde Romeo y Julieta.
Pero alguien ha entrado en esa relación, y no es el padre de Zoilo o la madre de Marisa. Se llama Jesús y es un cucaracho negro con unas antenas gordas y grandes como todo lo que tienen los negros.
Jesús le ha estado haciendo ojitos a Marisa y Zoilo vino el otro día hecho un basilisco, hecho un Otelo verde de celos y con unas ganas infinitas de hacer daño a alguien. Lo que hizo fue pisarme un pie a mí, darle una colleja a Felipe y pisar tres hormigas. Lo que más le gustó fue lo de pisar tres hormigas.
Pero de nada le ha servido porque al final Marisa le ha sido infiel con Jesús. Vino llorando y ser arrojó a los brazos de todo aquel que se le ponía por delante que rápidamente se lo quitaba de en medio porque nadie quiere aguantar que le moqueen encima por una cucaracha.
Ahora sigue cantando a Bambino, pero no canta Mi amor es mío, canta Pobre del pobre y otras cosas peores. No sé cómo acabará esto.

Marisa y Jesús

jueves, agosto 13, 2009

AMOOOOOOOOR AMOOOOOOOOR

Ha pasado lo que tenía que pasar. De tanto mirar a las dichosas cucarachas, cucas para él, el doctor Zoilo se ha enamorado de una de ellas. Es una cucaracha americana, grande y marroncita. Tiene, según él, unas antenas preciosas, y mueve el culito con una cadencia que dice no haber visto nunca en nadie.
La dicha cucaracha se llama Marisa y la lleva el doctor en el bolsillo de la camisa. A veces se le sube hacia arriba y la gente que está con él, incluso sus pacientes, se pegan un susto de muerte. Tan de muerte que un afectado del corazón murió ayer en la consulta. Zoilo se reía que era cosa mala.
Las chicas ya no se acercan a él ni locas. Y tiene que comer en una mesa aparte, porque Marisa se le sale y se pone a comer de su plato. Lo más asqueroso, con todo, es verles enrollándose. Zoilo propina besitos super tiernos a Marisa, que restriega sus patitas y sus antenas contra el cuerpo del doctor. Un ascazo vamos.
El doctor está muy ilusionado con su amor, y espera un día poder hacer de Marisa su esposa pero teme que ella le diga que no, que lo suyo es imposible. Además como es muy celoso teme que se vaya con un cucaracho o con un grillo o algo. Le he dicho que se vaya la mata, le pone cucal, trampas o lo que haga falta, pero que la mata. O mía o de nadie.
Ayer les vi paseando hacia el atardecer, el sol caía precioso, como con un color de miel y ellos acaramelados juntaban las cabezas. El amor se destilaba de la escena. A pesar de ello los transeúntes que se cruzaban con la pareja daban un grito de terror o asco. Dependiendo.

Zoilo y Marisa

miércoles, agosto 12, 2009

EL QUE NO SE CONSUELA ES PORQUE NO QUIERE

El doctor Zoilo llegó super emocionado a donde estábamos nosotros, agitaba el periódico bastante contento y movía alegremente sus manos. No entendíamos bien qué pasaba así que esperamos a que por fin se atreviera a decir algo.
Y más que a que se atreviera tuvimos que esperar a que respirara, porque no está nada acostumbrado a correr, así que llegó completamente asfixiado, azul, hipóxico. Hecho un desastre. Esperamos un cuarto de hora hasta que al fin pudo respirar y hablar.
Y entonces dijo: me he comprado una casa. Buscamos la noticia en el periódico y no venía, pero sí en la zona de ofertas encontramos el anuncio. Al día siguiente fuimos a ver la casa que compró Zoilo sin verla ni nada, sólo movido por el anuncio del periódico que decía chollo.
La casa era un chollo, sí, le costó al doctor muy poco, pero aún así era muy cara. Apenas era un cuartito divido en tres, cocina, baño y comedor dormitorio. Por no tener no tenía ni pasillo. Pero lo que tenía más que nada era cucarachas y otros bichos, que hicieron que Lila y Amanda se fueran de ella enseguida.
El doctor no se fue a vivir allí, pero iba todos los días muy contento. Es un gran entomólogo y se lo pasa genial hablando, coleccionando y no sé qué más con sus bichos del alma. Al final sí que fue una ganga para él. El que no se consuela es porque no quiere.


Amigo del doctor

martes, agosto 11, 2009

REUNIÓN AGOSTO '09

Nueva reunión de Creatura dando vueltas hasta encontrarla porque con la tormenta el lugar establecido no pudo ser el centro de reunión. Una vez dentro los siguientes acuerdos:
Colaboraciones en Agosto: María G. Noemí y J. Albarracín.
Colaboraciones en Septiembre: Fotochow, Rubén, Hidden Track, Ramón y Casino Rock Festival.
En Octubre: Portada para Julio, Editorial para Rubén, Establecimiento para Gabi y contra para Largo.
Próxima reunión 14 de septiembre, tope el 13 (esta vez va en serio que es bastante más de un mes para tenerlo todo listo).
Aparte de esto comentamos la futura reestructuración del fanzine, redistribución de funciones y comentarios varios. Atentos al correo que iréis recibiendo noticias.
No somos sentimentales y dejaremos esto para más adelante pero tenemos que dar las gracias a Ángel por todo lo que ha hecho por Creatura. Y por todo lo que seguirá haciendo. Tiempo habrá de decirlo, pero este es tu fanzine.

Tormenta de verano

lunes, agosto 10, 2009

DEPRESIÓN POSTVACACIONAL

A pesar de que hace ya una semana que hemos vuelto de la playa a Felipe le está atacando la depresión post vacacional. Ya el día que salimos de la playa se le veía cariacontecido, triste, ojeroso. Yo temía que fuera resaca por las diecinueve birras que se había tomado el día anterior pero parece que no era eso.
Cuando llegamos lloraba tapado con la toalla. Pensamos que era porque su casa se había inundado durante las vacaciones por un grifo mal cerrado. El seguro se ha hecho el sueco y no piensa pagar. Y Felipe llora y llora tapado con la toalla que llevaba en la playa.
Mirando las fotos también ponía una cara triste. En ellas se veía la cala en la que estuvimos, el cielo azul, el mar. Por supuesto también se veía a Felipe con una mujer que le hizo caso durante dos días y que luego le robó la cartera.
Pasan los días y sigue llorando y llorando cada día ante la visión de sepias, jarras de cerveza, chanclas y otros adminículos puramente veraniegos. Las sepias le provocaron una infección estomacal. Las jarras de cerveza se le caían siempre y le hicieron varias heridas en las piernas y la planta del píe. Las chanclas se le clavaron entre los dedos de los pies y le dejaron la zona en carne viva.
Parece que pronto se le pasará. Pero mientras tanto Felipe llora sus vacaciones perdidas.


Final del verano

domingo, agosto 09, 2009

EN CASA

Laura sale de trabajar a las tres. Su turno de trabajo es intensivo. Por la tarde no trabaja. Hoy es martes. Rubén sale de trabajar pronto los martes. Su trabajo también termina sobre la hora de comer. Unas veces un poco más pronto otras un poco más tarde.
Casi siempre termina antes que Laura. Y hace la comida. Cuando Laura llega la mesa está puesta, la comida la espera en la olla, en la fuente, el pan, el agua, los cubiertos y servilletas esperando que Laura llegue se lave, se siente. Rubén también la está esperando, sentado en su sillón, viendo la televisión.
Como hoy es martes Rubén ha tenido más tiempo y ha podido hacer lentejas. Esperan en la olla a que ella llegue y se siente. Nunca le han gustado demasiado las lentejas, pero Rubén las adora y ella no olvida ese detalle.
Laura besa a Rubén y sube a cambiarse, deja su trabajo en el armario y Laura se trasforma en sólo Laura, la mujer de Rubén, Laura Aparicio, la persona normal que no puede hacer más que nadie por los demás.
Las vidas de Laura y Rubén se juntan a partir de esa hora. Se van separando y juntando desde entonces hasta la noche. Luego, en la mañana, Rubén madruga más y Laura se queda otro rato en la cama y luego ya tiene que levantase y que irse otra vez al edificio de ladrillo rojo donde vive su otra vida.
Rubén espera riéndose. Ve dibujos animados en la televisión. La risa de Rubén es corta y no se oye. Es silenciosa. Aprendió a reírse en silencio a fuerza de escuchar la radio por la noche. A esa hora no se puede hacer ruido y aprendió a reírse así, sin ruido. Eso a Laura siempre le llamó la atención. Cómo era posible que estuviera muriéndose de risa y si no lo estuviera viendo nadie lo creería.
Pero esa risa siempre le ha gustado a Laura. Porque no es fácil verla. No es fácil que se ría. Fue uno de los motivos por los que se interesó por él. porque era un hombre que parecía no reírse nunca, un hombre serio, demasiado serio, como si guardara un secreto que nadie pudiera saber, que nadie podría nunca desvelar.


La casa de Laura y Rubén

sábado, agosto 08, 2009

ANA

La sala es grande y amplía. Un ruido casi constante de teléfonos sonando acompaña la jornada de trabajo. A veces, por la zona de la entrada, entrada donde no hay puerta sino un gran arco, entra algún curioso, algún despistado, algún solicitante o algún compañero que viene a cambiar unas palabras a pedir compañía en la excursión al bar, al descanso.
En la sala, aparte de Laura Aparicio Fernández, trabajan Clara, Ana, Lucía y Héctor. No con todos tiene Laura la misma amistad, la misma relación, las mismas ganas de cambiar palabras, información, gestos. Ana es la amiga de Laura. Y Laura es la amiga de Ana. Juntas hacen el descanso. Juntas salen de la oficina y hacen la compra y toman, alguna vez, una copa por ahí.
Ana es soltera. Es rubia y tiene el pelo rizado. Unos ojos azules son lo más destacado de su cara. Brillan con la luz del sol y destacan en las zonas oscuras. El resto de su cuerpo no es muy destacable. Un cuerpo más o menos normal que trata de domar con sesiones y sesiones de gimnasio. A veces lo consigue. A veces no. Todo depende de quién y cómo la quiera.
Laura y los demás trabajan en diversas labores de administración. Tienen a su cargo números de cuenta, teléfonos, prioridades, presupuestos, registros, peticiones, excelentísimos, y otras cosas y fórmulas que habitualmente se usan en esos negociados.
A Laura le gusta su trabajo y le gusta trabajar con Lucía, Clara, Ana y Héctor. Sobre todo con Ana. Lo pasan bien. Saben reírse de lo mismo. Ana es quien escucha a Laura. Y Laura es quien escucha a Ana. Ambas se apoyan mutuamente, se aguantan la una en la otra.
Ana y Laura hablan mucho últimamente de Laura. Habla de Rubén. Pero habla de más cosas. De más gente. Menciona nombres que a veces Ana ha de volver a preguntar porque no recuerda quién es, qué relación tiene con Laura, con Rubén.
Laura habla mucho de sus cosas. Y sabe que no debería hacerlo, que debería callarse, que hay cosas que es mejor no decir, pero no puede callar y cuenta y cuenta cosas a Ana, cosas que no tienen importancia ni sentido, cosas, que tal vez juntas sí puedan decir alguna cosa.

Juntas, hablando

viernes, agosto 07, 2009

FUMANDO ESPERO

Al doctor Zoilo le ha dado por fumar. Esto no sería grave si fumara tabaco. (¿Tabaco? ¿Tabaco?) pero resulta que no fuma tabaco, resulta que fuma otra sustancia más prohibida, más olorosa y que también se fuma. Fuma porros.
Pero lo malo no es eso, ni el hambre que le entra de repente. Lo malo, sin duda, es que se le están olvidando las cosas. Esos porros que se fuma le están provocando amnesia. No sé a quién se los estará pillando ni nada, pero desde luego eso no es bueno.
Hace poco olvidó un paciente en la consulta y le tuvo desnudo y apoyado en la camilla esperando un tacto rectal durante tres horas. El tío acumuló tanta tensión que al final tenía agujetas en los carrillos del culo.
También se le olvida donde aparca. La última vez tuvimos que esperar a que se fueran todos los coches para poder encontrar el nuestro. Lo malo fue que también olvidó donde había puesto las llaves y tuvimos que volver en autobús. Al día siguiente recogimos las llaves, pero volvió a olvidar donde aparcó el coche. Volvimos a esperar que se fueran todos. Pero no llegamos a casa. Olvidó el camino. Al final vendió el coche aprovechando que fuimos a dar a la ciudad el automóvil. Volvimos en autobús otra vez.
Pero lo peor de todo es que se ha olvidado de mi cumpleaños y que no me ha regalado nada, ni me ha felicitado ni nada. Yo le he dado dos patadas y me ha preguntado, tío, qué te pasa, quién eres. Y le he perdonado. Al final le he invitado a una tarta. De chocolate, claro.

Fumar hace olvidar

jueves, agosto 06, 2009

EL MAL DÍA DE LA BOLSA DE PIPAS

El capitán López tuvo el otro día un mal mal día. Ha conocido a una mujer. Eso no es lo malo. Tal vez no. La cosa es que a la mujer también le gusta López. Con lo cual todos son felices. O al menos ellos dos. Juntos se pasan el día y hacen las cosas que hay que hacer juntos café para dos.
Pero eso no es el mal día. El mal día vino después. El caso es que ambos estaban en un parque comiendo pipas. Esto está muy bien. Comían pipas, se miraban, se reían, seguían comiendo pipas. Y bueno, ya sabéis como son las cosas, empezaron la ración de besos y esas cosas.
Ambos sabían a pipas, a sal, y tenían algunos palitos de esos de pipas entre los dientes, pero eso les daba igual. Lengüetazo por aquí, achuchón para allá la cosa se fue calentando de una forma un poco ya desesperada.
Empezaron lo que no debían empezar y llegado el momento se dijeron, espera, espera que no tengo protección. Bueno pero esto no podemos dejarlo así. Tienes razón. Y a ella se le ocurrió una idea. Toma la bolsa de pipas. Tú crees. Estoy segura. Así que López usó la bolsa de pipas para protegerse.
Como es lógico la bolsa no funcionó, pero daba mucho gustito según ella hasta que pasó lo inevitable, la bolsa en un mal pliegue se quedó dentro de aquel sitio y no salía no salía no salía. La excitación se pasó de golpe. Tenían que ir a urgencias. Pero cómo vamos, qué decimos.
Entre risas el ginecólogo de guardia le sacó la bolsa de pipas a la chica, el capitán rojo de vergüenza la acompañaba en todo momento. Cuando se fueron el médico les dio una última recomendación: nunca usen una bolsa de pipas, las de cacahuetes son mejores, pero, pero si usan una bolsa de pipas, por Dios, vacíenla.

Bolsa de pipas, muy diferente a un preservativo

miércoles, agosto 05, 2009

CLUB DE LA CASTIDAD

Felipe y yo caminábamos el otro día por la calle. Buscábamos un bar donde tomar unas birras y sentarnos un ratito. Al fin encontramos uno, pero no era el que nosotros necesitábamos porque no había lo que hace de todo bar un bar, no había cerveza.
Pero eso, con ser gravísimo, no era la más grave que pasaba en aquel lugar. Estaba lleno de chicas de y de chicos, pero sobre todo de chicas. Nos preguntábamos qué pasaba si acaso era un bar de lesbianas o qué. Pedimos unos aquarius y le preguntamos al camarero qué pasaba en aquel extraño lugar.
Habíamos dado con nuestros huesos en un club de la castidad. Allí se reunían chicos y chicas que habían prometido ser castos hasta, al menos, el matrimonio. Por lo cual se podían juntar y estar todo el rato hablando y hablando y hablando (mucho más no podían hacer) los chicos y las chicas sin que nadie se quejara ni preocupara.
Tampoco vendían alcohol, porque el alcohol desata la pasión. Lo que nuestros ojos veían eran muchachitas muy guapas, muy atractivas, y que eran más deseables cuanto que eran inalcanzables. Pensábamos en esos hombrecillos que estaban con ellas y en su sufrimiento que no podían mitigar de ninguna manera, puesto que esa que pensáis también la tienen vedada.
Allí había una señora ya mayor que vigilaba el recinto que no hubiera cosas raras, aunque su vigilancia era laxa, no hacía falta nadie para que esos responsables chicos se lo pasaran bien sin sexo.
Al rato nos cansamos y nos fuimos, pero en el callejón alguien nos llamó, ¡eh! ¿queréis unas birras? Era la presidenta del club que en la parte trasera del mismo tenía montado un chiringuito con unas camas y una barra. Nos invitó a la consumición y a largarnos del club cuando vio que la terminábamos y que llegaban clientes para sus camas.


Anillo de la castidad

martes, agosto 04, 2009

EL CAPITÁN LÓPEZ

El amigo López me ha estado contando su historia. Resulta que el bueno de López es militar. Es conductor de tanques. Destacado en algunas misiones con medallas. Es capitán de su unidad y medio héroe.
En algunas incursiones ha derribado hasta cuarenta objetivos, cuando estos objetivos eran sólo cinco. Él se ponía se ponía y hala lo derribaba todo. En una ocasión, se me dijo él con todo orgullo, fue capaz de destruir un vehículo oruga de su propio batallón. Y lo dice con orgullo porque esos vehículos son semi indestructibles. Claro que cuestan casi tres millones de euros. Pero eso da igual.
Me ha enseñado su impresionante uniforme, sus medallas y las llaves del tanque, en las que tiene puesto un llaverito del Real Madrid y el Bernabéu. Este detalle humaniza al capitán. Y es digno del club cuyo escudo lleva.
El capitán López empieza ahora una nueva vida como heterosexual que espera sea tan exitosa como su vida como militar y homosexual. En ambas ha sido un conquistador que donde ha puesto el ojo a puesto la bala. O el cohete. Ahora espera que sea igual. Se ha ido al bar, ha mirado un rato a una señorita y ha conseguido que se le rinda.
Todo un crack este capitán López a ver con que nos sorprende en los próximos días.

El tanque del amigo López

lunes, agosto 03, 2009

HETEROGAY. FINAL

Estaba en mi habitación, relajado, contento, pensando en mi heterosexualidad tan reafirmada y tan fetén cuando sonó el timbre. No era López. Era una mujer. Mejor pensé. Ya que soy hetero mejor una mujer que un hombre que me corte el rollo. Le puse ojitos a ver qué pasaba. Pero sólo quería dejarme unas toallas y llevarse otras. Eso y darme un bofetón por cerdo. Es lo que nos pasa a los heterosexuales.
Volvió a sonar la puerta y pensé que sería ella, así que puse cara de chulito y dije ya sabías que volverías preciosidad, pero era López. Tosí y dije, no iba por ti iba por una chati. Ya, ya. López pasó y se sentó. No sé si venía contento o no. Esperé a que hablara. Pero como no hablaba le di una colleja y empezó a hablar de su cita con la chica.
Tengo un problema Rodríguez, me ha gustado mucho esa chica. Te la has tirado. No. Maricón. Reconocí mi error y le pedí perdón al instante. No estaba ayudando nada a mi amigo, aunque yo nunca ayudo a nadie. Miraba al suelo con la mirada vacía. Parecía que tenía dudas, nervios o que le picaba algo.
Me estuvo contando lo guapa que era. Las ganas que tenía de tocarla y todo eso. Tío, tú no eres maricón, tú eres hetero. Ese es el problema. Si no soy gay, ¿qué soy yo? Es lo que he sido toda la vida. ¿Y si no sé ser hetero? Ser hetero es fácil. No hay que hacer nada. Sólo hay que ser tú mismo. Guarro. Y salido. Nada más.
Eructó violentamente. Le dije, eso es, así se hace. Volvió a eructar. Cantamos una canción e hicimos el baile de la alegría. Nos quedó un poco My Fair Lady, pero no se lo dijimos a nadie. Ahora que los dos somos heteros no nos gustan las mariconadas.

La lluvia en Sevilla es una maravilla

domingo, agosto 02, 2009

AYUNTAMIENTO

El edificio es grande, de feo ladrillo rojo. Es un edificio viejo, con puertas que no cierran bien, con viejas verjas en las ventanas, con escalones que un día estuvieron lustrosos y que ahora, a fuerza de pisarlos, subiendo, bajando, tienen una sucia pátina, unos arañazos que las señoras que limpian no pueden eliminar por más que frieguen y frieguen.
Esos escalones, muchos y muchos por todos lados, que a veces salen en lugares inopinados propiciando sustos y saltos, conducen al piso en el que Laura trabaja y al resto de pisos. En el primero, recepciones, registros, lugares donde el público acude y es atendido. En el segundo, mesas, oficinas, despachos, cartelitos en el techo anunciando el negociado correspondiente, cartelitos que indican el nombre de la persona que habla, que atiende el negociado. En este segundo piso trabaja Laura.
En el tercero despachos importantes, pocas visitas, materiales nobles, puertas cerradas, cartelitos ahora en las puertas indicando el cargo y el nombre, indicando la importancia de la persona que tras la puerta trabaja, recibe, despacha asuntos y papeles.
El edificio, ayuntamiento de un pueblo mediano, está en la plaza principal del lugar. Una iglesia cerca, más oficinas y despachos, tráfico, gente que cruza y pasa y va al cercano bar frecuentado por funcionarios y desocupados.
Laura trabaja allí desde hace ya seis años. Al terminar la carrera estuvo un tiempo buscando, haciendo cosas, intentando encontrar algo y un lugar. Y se decidió por hacer unas oposiciones, un valor seguro según todos, y entró en el ayuntamiento con veintiocho años, joven aún, pero ya consciente de que la edad iba hacia delante y que tenía que hacer cosas en la vida y no sólo buscar y buscar y estar y vivir sin otra razón que vivir y estar.
En el ayuntamiento había hecho amistades, conocido gentes, agrupado en torno a ella elementos que luego serían importantes en su vida. Era una empleada eficiente con un gran conocimiento de su trabajo, con un alto nivel de competencia. Así el cambio de gobierno nunca le había afectado. Todos apreciaban por igual la capacidad de trabajar y despachar asuntos que Laura había demostrado.
En el ayuntamiento estaba parte de su vida, la parte divida de su vida que dedicaba a las amistades y el día a día, era su vida más grande, la que más tiempo le ocupaba y en la que, curiosamente, menos pensaba.

Edifico de ladrillo rojo

sábado, agosto 01, 2009

FLUORESCENTE

Las luces fluorescentes salen de tubos alargados, desnudos, que colocados sobre el techo sólo se apagan cuando todo está ya vacío y silencioso y es propio así que esté oscuro. Hay siete pares de estos tubos en esta sala. Arriba, en los pasillos, en los aseos, en todos los demás cuartos, más luces de estas, montones de estas lámparas, iluminan los papeles, las carpetas, las grapadoras, los bolígrafos, las fotocopiadoras, las mesas, las sillas que van componiendo poco a poco el paisaje interno de este edificio.
Las ventanas, pese a todo, reciben un importante caudal de luz que haría innecesaria la utilización de esos tubos fluorescentes durante todo el día, pero la costumbre hace que todos olviden la luz cuando entran y que sea la fluorescente la que ilumine su vida de oficina.
En esta sala hay, desperdigadas como por capricho, hasta cinco mesas distintas con sus distintas montañas de papeles, fotocopias, informes, archivos con nombres de personas, lugares o entidades. Papeles que dan un aire de importancia a la sala, a la mesa, a las luces fluorescentes. En las mesas, como no, sillas a un lado de las mismas, donde deben sentarse los empleados, pero no al otro lado. No es una oficina especialmente destinada al público que por tanto ha de esperar en pie a que se tramite su asunto.
En cada mesa, por supuesto, un empleado. O mejor dicho, cuatro empleadas, bien vestidas, olorosas, maquilladas, cuidadas en detalles, el broche y el cinturón y los zapatos y la pulsera del mismo color, del mismo tono de un color. Y un empleado. Pulcro. Sin más. Cuatro mujeres, con sus cuatro vidas que podríamos contar aquí, ahora, porque todo el mundo tiene una historia susceptible de ser contada, pero no contaremos más que una. Es injusto. Pero es así.
Es el azar el que nos lleva a contar la historia de una, de una de estas cuatro, porque bien podría ser el de su compañera, el de su amiga, el de su enemiga, pero será la de una. Laura. Sentada en la mesa más cercana a una alta ventana de las que deja entrar el invisible sol. Con un fluorescente sobre su cabeza durante 8 horas de día.

Luz fluorescente