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lunes, julio 27, 2009

MUJER FATAL

Ahora vamos a la piscina. Como la playa nos pilla a casi cinco minutos andando y Felipe, Germán, Amanda y compañía se cansan hemos decidido pasar el tiempo en la piscina que también tiene agua, gente y está mucho más cerca, a sólo tres minutos. Son dos minutos menos de caminata. Y eso se agradece.
La piscina se parece mucho a la playa. Tiene un montón de agua. Hay gente en bañador o menos. Tomando el sol. Con toallas. Y la gente se baña. Así que se parece tanto a la playa que no te creas que la echamos mucho de menos.
En un momento dado Germán da un codazo a Felipe que me da un codazo a mí, que le doy un codazo a una señora a mi lado. Le pido disculpas a la señora y les pregunto que pasa. Y lo pasa es una mujer. ¿Qué mujer? Pues una mujer fatal. O eso parecía.
Llevaba un minivestido playero que dejaba ver por algunas zonas la parte baja de su bikini. Iba perfectamente peinada, con su laca y sus otros productos químicos, lo que daba a su pelo y a su aspecto un general una nota de 10. Llevaba puesto el maquillaje habitual de una noche en el casino de Mónaco. Y un bolso. Y unas gafas de sol propias de Grace Kelly. Una mujer fatal.
Sólo que le faltaba una cosa de mujer fatal. Las mujeres fatales te llevan directamente al desastre por su belleza, su actitud, su donosura. Pero esta no era una mujer bella. Era fea como sólo una mujer fea puede ser fea. Pero tenía toda la chulería y el gesto de una mujer hermosísima. Y tenía todo el peso de una mujer hermosa. Más el de otra mujer hermosa.
Pero como lo que importa en la vida es lo que uno crea ser, ella era una mujer fatal. Felipe quedó prendado de ella y como era una mujer fatal acabó con su patrimonio y con la mitad de su vida. Pero no tuvo importancia porque ya se ha recuperado. Supongo que a estas alturas estará despellejando a otro. ¡Cómo son los humanos!


Si hombre, más quisieras, mona

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