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lunes, mayo 18, 2009

ESPERANZA

Un día más me quedaré sentado aquí. Esperando. Un día más estaré aquí, esperando, sin más. Otro día más, aguardando. Acechando. Con la esperanza como compañera. Esperando, sentado aquí. No tengo bien claro si debo sólo esperar, si debo hacer algo más, si debo ganarme lo que suceda.
Pero seguiré esperando aquí. Mi carne descansará en la esperanza. Cuando haya de descansar. Cuando muera y siga esperando y no suceda lo que ha de suceder. En la esperanza de que de todas formas sucederá. En la esperanza de que es lo justo, lo necesario, de que si no ha sucedido tendría que haber sucedido porque era lo suyo.
Mi carne descansará en la esperanza. Por ahora no descansa. Se sienta aquí, esperando, sin evitar la sombra, el sol, la lluvia. No deja de esperar, de acechar, de aguardar. No deja de tener esperanza. Finalmente puede que sea la esperanza lo que acabe conmigo, lo que me mate, la fe en que esperando, confiando aquello que debe suceder, aquello que quiero que suceda sucederá.
Y mientras tanto espero aquí. Espero sin más. Aguardo el momento. Pienso muchas veces si habrá llegado ya el momento, si no habrá sucedido y me lo habré perdido, y no habré sabido reconocerlo. O si ha sucedido pero yo ya no puedo percibirlo. Si he olvidado cómo habría de ser. O lo que habría de ser. Si simplemente estoy muerto y por eso permanezco inmóvil esperando.
Y en ese momento trato de agitar un poco las piernas de estirar los brazos y respirar más hondo. Y parece que sucede. O todo me está engañando o sigo vivo. Vivo y esperando. Vivo y esperanzado pese a todo. Vivo y permanente y convencido. Vivo y pura fe, pura esperanza de que esto es lo que debo hacer.
Vivo o muerto da igual. Mi carne descansa en la esperanza. Se sublima en la espera. Mi carne descansará en la esperanza. Pura luz y pura fe. Pura razón y pura verdad. Pura esperanza. Nada más.


Esperando, sentado

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