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domingo, mayo 31, 2009

MUJER MISTERIO

No quería hablar de aquella mujer, pero algo le impulsaba a hacerlo continuamente. Sus historias eran tan increíbles, tan poco concordantes con las palabras que luego ella decía. Hablaba con ella y le parecía una mujer. Pero luego sus actos eran los de otra mujer totalmente distinta.
Por eso hablaba de aquella mujer aunque no quería. Por su espíritu contradictorio. Por sus hechos fascinantemente absurdos. No iba a juzgarla. No tenía derecho a juzgar a nadie. No era mejor que nadie y no podía clasificar a los demás en mejores o peores. ¿Con respecto a qué? ¿Cuál era la norma? ¿Cuál la regla? ¿Cuál el parangón?
Por eso a él no le parecía mal lo que hiciera. Le parecía solamente extraño. Impropio de la mujer que él creía que era. Pero propio de la que al final siempre demostraba ser.
Parecía enamorada de un hombre. Pero se mostraba accesible a todos los demás. Parecía insegura, pero luego mostraba un carácter y una resolución difícil de igual en otra cualquiera. Hablaba como una mujer inteligente. Se comportaba como una niña pequeña.
Alguien le decía que eso era propio de todas las mujeres. Pero no en un extremo tan grande decía él. Evidentemente estaba rota por algún lado. Y buscaba con esos actos impropios restañar las heridas, conseguir consuelo, contacto, cariño. Quién sabe qué.
Tal vez sólo quisiera no pensar. Pero no sabía que el no pensar lleva después al remordimiento. Al pensamiento negativo y circular. Al pensamiento culpable. Al odio a uno mimo.
Tal vez por eso se odiaba y hablaba mal de sí misma. Mal sin motivos ni razones. Hasta que le salía la otra y todo cobraba sentido. Un sentido absurdo. Pero un sentido.
No quería hablar de ella. Y casi ya no quería hablar con ella. Porque veía que jamás llegaría a entenderla. Y ese era, increíblemente, el mayor atractivo que ella poseía.

Mujer misteriosa

sábado, mayo 30, 2009

LA HORA CORRECTA

Evidentemente aquel día salí de casa a la hora incorrecta. Dos calles más allá de mi puerta me encontré con aquella mujer. Iba con un hombre al que conocía. Sentí celos de él. Me la presentó. Nunca olvidé su nombre. Hablamos mucho, durante todo el rato. Me ofreció acompañarles en unas tareas.
No pude negarme. Fui con ellos. Cada sentía más celos de aquel hombre. Y también un poco de admiración por tener a una mujer como esa. Le miraba y lo pensaba. Ella me miraba y sonreía. Cuando él entró en el edificio de oficinas ella se quedó sola conmigo. Hablamos más y mejor. Se reía.
Es una pena pensaba. Está casada con este hombre. Al final nos despedimos. De los celos pase a la admiración sincera. Era un gran tipo si tenía una mujer así y era capaz de hacer que ella le quisiera como le quería.
Evidentemente aquel día salí de casa a la hora correcta. Dos calles más allá de mi puerta me encontré con aquella mujer. Iba sola. No sabía cómo abordarla. Pero no hizo falta. Ella vino a mí. Me preguntó unas direcciones. Me ofrecía a acompañarla ya que una de ellas era la oficina donde yo trabajaba.
No me esforcé por ser simpático, pero lo fui a la vista de cómo sonreía y reía. No tenía anillo de casada. Pero era improbable que una mujer así estuviera soltera. Aún así probé. Gané. Esa mujer es ahora mi mujer.
La diferencia estuvo sólo en la hora. Era la misma mujer. Sólo que la encontré a otra hora. Y tal ella habría elegido antes otra hora. Y esa hora distinta nos juntó a los dos. Puro azar siempre.


Hora correcta, paisaje

viernes, mayo 29, 2009

SOLITARIO

De todos los vicios que tengo hay uno que es muy barato. No cuesta nada. Sólo hay que tener un poco de imaginación. Y nada más. Luego ya a disfrutar. Lo llaman de muchas maneras. El vicio solitario. Placer de una sola mano. Y muchas más cosas.
Se entiende que es el gran arma contra el aburrimiento. No tengo nada que hacer. Voy a ver si muevo un poco de ficha. Y no se crean que es cosa de sexos. Es unisex. Cada uno lo hace como puede y cuando puedo y cuando quiere.
Y hay muchos que quieren mucho. Incluso si estás apuntado al club de la castidad. Es un delito menor. Sigues, estricto sensu, siendo casto. No es hacerse el amor a uno mismo. Pero está cerca. Así los narcisistas, los que se aman y adoran disfrutan más. Porque vale todo. Todo. Sólo depende de lo que quieras imaginar. Puedes imaginarte contigo mismo. Si eres lo suficiente narcisista.
Si no, tienes terreno libre. Todo el mundo es susceptible de aparecer. Qué más da. Ellos no se enteran. Nadie se entera. Sólo depende de ti y de tu código.
Claro que muchos usan, usamos, ayudas. Internet ha ayudado mucho. Y por eso no siempre es solitario. Vale para los poetas. Y para los porteros. Y para las niñas monas. Y para los niños tontos. Todo el mundo puede. Todo el mundo sabe.
Y el resultado. Es lo mejor de todo. Lo sabéis no os riáis así. Sabéis lo que pasa al final. Si no no lo haríais. No sabríais que es tan divertido.
Vicio solitario. Mover la ficha. Rozamiento. Movimiento. Imaginación. Buenas cualidades. ¿Tú no las tienes? Será que estás mintiendo.

Narciso, solo

jueves, mayo 28, 2009

PILINGUIS

Ya sabéis que soy aficionado a las pilinguis. Y con ellas me han sucedido muchas historias divertidas, curiosas o simplemente dignas de mención.Desde la primera vez que fui a un club y todas las pilinguis se me arrimaron hasta que dije la frase mágica: “No tengo dinero” que sirve para que todas las pilinguis y casi todas las mujeres del mundo te dejen en paz.El mundo pilingui es muy curioso y puedes encontrarte allí desde el cándido muchachito que no sabe qué hacer para perder la virginidad hasta el viejuno que muerta o gorda su mujer quiere darse una alegría con una muchachita joven y de carnes más o menos prietas.Recuerdo como si fuera ayer, cuando en realidad fue antes de ayer, la vez que fui con un amigo que salió entusiasmado de la casa de lenocinio pues allí le habían lavado hasta el culo, cosa que nunca quise saber, ciertamente.También puedo recordar aquella vez que nuestro amigo se gastó el dinero para un concierto en dos (por eso le perdonamos) prostitutas del Paseo de la Habana. O que ese mismo individuo, sospechosamente enfermo últimamente, practicó el sexo sin condón con una prostituta de la Casa de Campo.Pero tal vez la anécdota más graciosa o que más recuerdo ha dejado en mi binario cerebro es la del comercial. Una mañana intentaba salir de una casa de pilinguis en un bloque de pisos sin pilinguis, o con pilinguis no reconocidas o amateurs. Ellas, preocupadas por quién podría vernos y reconocernos dijeron: “Esperad que hay gente, a no ser que os de igual” a lo que el comercial contestó, “A mí me da igual, siempre que no esté mi mujer me da lo mismo”.Prodigio del amor marital el de este hombre que no quería que su mujer sufriera porque él estuviese en esa casa y por eso mismo se lo ocultaba. Con ese mismo amor acusó a su mujer de serle infiel por haberle contagiado la clamidia. Y con ese mismo amor la perdonó por ello.En fin, un mundo bonito e interesante el de las pilinguis. Lleno de anécdotas y buenos momentos. Ya podría estar lleno de lejía y agua jabonosa.

Cultivo de clamidia

miércoles, mayo 27, 2009

¿A QUÉ HUELE LA BELLEZA?

Tuve una novia que era peluquera. Se sabía que era peluquera porque siempre, justo después de darte dos besos, te decía el corte de pelo que más te convenía con la cara. Con una cara larga un pelo más largo. Con una cara redonda un corte más cuadrado. Con una cara cuadrada mejor te quedas en casa. Y cosas así.
O si no te decía el color de tinte que te venía bien. Un rubio 423 que te hará resaltar los pómulos. O un rubio 342 que hará que tus ojos parezcan más ojos. O te hacía yo una cresta naranja con el resto del pelo color morado que ibas a parecer un maníaco. Ibas a estar estupendo. Evidentemente nunca supo lo que era un maníaco.
El caso es que esta chica era estupenda, pese a su obsesión por su trabajo. Me cortaba el pelo cada tres días. Y a veces me echaba mechas. Durante esa época parecía mister potato, no por mi nariz como siempre, sino por los continuos cambios que había en mi pelo.
Siempre insistía en depilarme las cejas y yo le decía que no. Fue el único pelo que no le dejé cortarme o arrancarme. Ese pelo me hace más interesante. Parezco un intelectual. No es cierto. Tú no has visto nunca un intelectual, Noe, que así se llamaba. Y la ceja única se lleva mucho entre los listos. Y yo quiero ser listo. O por lo menos parecerlo.
No era una chica guapa, pero estaba siempre tan bien maquillada, peinada y perfumada que lo parecía. Es la mujer más guapa con la que parezco haber salido. Y con ella tenía profundas discusiones sobre la belleza, su significado y su importancia. Pocas veces llegábamos a un acuerdo porque yo tenía un argumento demoledor: si la belleza como tú dices es tan importante, por qué sales conmigo que soy tan feo. Y se tenía que callar.
En el curso de esas discusiones sobre la belleza yo le dije ¿a qué huele la belleza? Y ella que era mucho más lista de lo que parecía me dijo, sinceramente cariño, la belleza huele a pelo quemado. Lo había aprendido después de muchos años en la sala de depilación.

Mr. Potato

martes, mayo 26, 2009

PARA SER CONDUCTOR DE PRIMERA

Mi primo que es un poco torpe, hay quien dice que es normal que lo sea siendo primo mío, no ha conseguido aún sacarse el carnet de conducir. No por la práctica. Por la teoría. La práctica la domina el tío. Siempre le ha pasado lo mismo. Yo me sé todas las teorías. Pero él sabe mejor que nadie las prácticas. Por eso la afición de mis novias a irse con él.
El caso es que mi primo conduce sin carnet. Nadie se da cuenta, porque el carnet no es necesario para conducir un coche. Quiero decir que en la práctica no lo es. El coche no pide ver tu carnet de conducir para que lo aceleres y lo saques por ahí. Por eso los coches están como están. Por tontos.
Su hermano, que también es mi primo pero al que no llamo mi primo por no confundir, sí aprobó el carnet. Tardó pero lo hizo. Pero como se le olvidan las cosas, olvida frenar en los stops, en los pasos de cebra, en los ceda el paso, en los semáforos en rojo… pues le han quitado el carnet. Pero como tiene un coche y lo tiene que llenar de gasolina, lo conduce hasta la gasolinera. Y hasta más allá.
Si estuviéramos en Francia, que por suerte en casi todo no lo estamos, gabachos no, los dos tendrían el coche confiscado, en manos de la policía o precintado. Así salvaríamos a los coches, a los peatones y a los conductores que sí respetan la ley, el orden y el resto de cosas respetables como son el mus, la siesta y los profesores de lengua.
Esta idea, de momento sólo idea, de la ministra francesa no garantiza que los cenutrios de mis primos cojan un coche, pero al menos les jode coger el suyo, y les obliga a tener que buscar otro y todas esas cosas tan molestas como es pedirle el coche a tu primo.
A ver si prospera la idea gabacha y la copiamos aquí, que total acabamos copiándoles casi todo, menos a Sophie Marceau que no hay manera de copiarla.


Para ser conductor de primea acelera, acelera

lunes, mayo 25, 2009

¿DE QUÉ ESTÁN HECHAS LAS COSAS?

A veces, cuando uno deja de ser inconsciente al menos por un momento, le da por pensar de qué están hechas las cosas. A nadie se le ocurre preguntar de que está hecha la cerveza. Todos pensamos que está hecha de cebada. Y esperamos que así sea. Y que le añaden otras guarrerías que dan, en el fondo, lo mismo.
Sin embargo, ¿de qué está hecha la coca cola? Es más ¿qué le echan a la tónica? ¿Y el bitter? ¿Por qué la fanta sólo tiene un 6% de zumo? ¿Qué más hay en la fanta? ¿Qué ocupa el 94% restante? ¿Cómo hacen las burbujas? ¿Y el agua con burbujas?
Son preguntas que supongo que tendrán una respuesta, pero no me preocupan mucho, porque la tónica si no es con ginebra no me interesa. El bitter no se puede mezclar con nada y sólo es vomitivo. La fanta y la coca cola acaban muy diluidas en el alcohol, así que para qué preguntarse qué tienen.
Hay otras cosas que sí me preocupan. Los ositos Haribo y la leche Pascual Calcio. Son productos muy inquietantes. Los ositos Haribo ahora están hechos con auténtico zumo de frutas. ¿Auténtico zumo? ¿Qué le echaban antes? ¿Zumo falso? ¿Gasolina? ¿Ácido? El anuncio representa a un osito Haribo que habla. Tal vez sea ácido.
Luego está la leche Pascual con calcio, con calcio proveniente de la misma leche leche, no sintético… entonces, cómo lo hacen. Quiero decir que la leche tiene el calcio que tiene. No más. ¿De dónde sale el otro calcio? A mí me parece muy sospechoso y un poco falso que le añadan calcio y más que se publiciten diciendo que su calcio es bueno y verdadero y que proviene de la misma leche. Yo no tomo leche, gracias a Dios porque ahora es más difícil encontrar leche normal que encontrar una virgen.
En fin que el mundo está hecho de algo que no sabemos. Que pensamos que nos estamos comiendo algo y resulta otra cosa, como le pasó a un vecino mío que pensaba que tenía una novia y en realidad era un señor con bigote.


Ositos Haribo, ahora con auténtico zumo antes no sabemos con qué

domingo, mayo 24, 2009

TÁNTALO

Como el mundo es cuestión de perspectiva, de cómo ser mire todo, Tántalo estaba convencido de que lo que le pasaba no podía ser peor. Tanto tiempo sediento y rodeado de agua era cruel hasta para los dioses. Y que nunca le llegara la muerte le parecía intolerable. Llevaba tanto tiempo allí que cada segundo eran todos los segundos, cada movimiento todos los movimientos.
Eso le restaba dolor. Sólo hacía un único y gigantesco movimiento desde que estaba allí. Su vida era ese movimiento y cuando acabara podría al fin descansar. Tántalo era, sí, un optimista. Como su sufrimiento, su castigo le invadía desde hacía tanto había perdido el sentido y hacía lo que hacía sin pensar y de cierta manera sin hacerlo, de un modo mecánico e involuntario. Era como respirar.
Un día Tántalo se dio cuenta de que su castigo se había acabado el día que se había convertido en un movimiento involuntario, en algo siempre igual, en una rutina. No le suponía dolor ni esfuerzo. Era siempre lo mismo. Los hombres a los que Tántalo servía de ejemplo pensaban en su dolor.
Pero a Tántalo ya no le dolía. Simplemente hacía movimientos maquinales. Como respirar. Como hacer circular la sangre por dentro de su organismo. Él no hacía nada. Simplemente era su cuerpo el que se estiraba y se contraía. Nada más.
El resto del tiempo Tántalo simplemente pensaba, buscaba con qué distraerse. No trataba realmente de alcanzar la fruta o el agua. Simplemente hacía lo que se suponía que tenía que hacer. El dolor, la sed hacía tiempo que habían pasado.
Cuando su castigo terminó todos le preguntaban a Tántalo por él. Pero para él no había sido un castigo más que al principio. Luego simplemente había sido una rutina, un hecho cierto. Desde su punto de vista no había sido ni bueno ni malo, simplemente había sido un tiempo que había transcurrido. O que ahora percibía que había transcurrido.
Los otros se escandalizaban de eso. De que su castigo, acabo ya, le hubiera parecido tan poca cosa. Puestos en su piel se veían desesperados intentando suicidarse para acabar con todo. Pero puestos en su piel. No siendo Tántalo.
Como todo es cuestión de perspectiva, Tántalo lo sabía, cuando acabó su castigo lo recordaba a veces con nostalgia. Pensaba que a veces fue feliz buscando el agua y la fruta, ese agua y esa fruta que ahora tomaba cuando quería y sin esfuerzo, y las dejaba a veces de tomar porque no le parecían suficientemente sabrosas sin el aditamento de haber sufrido para cogerlas.
Tántalo, pura perspectiva como todos, sabía lo que era el sufrimiento. Pero nunca se atrevió a definirlo, ni a compararlo con el de los demás. Podía entender el de los otros. Verlo. Sentirlo. Pero no tenía su forma de mirar. Gracias a Dios, decía Tántalo con respecto a esto, ese sí que sería un castigo.

Tántalo que en fugitiva fuente...

sábado, mayo 23, 2009

TODAS LAS NOCHES SUEÑO QUE TODO VA BIEN

Todas las noches sueño que todo va bien. Tengo trabajo y ella me vuelve a querer. Todas las noches sueño que todo va bien. Vuelvo a recorrer los huecos de su cuerpo como cuando su cuerpo era tan mío como suyo, como cuando teníamos los cuerpos repartidos entre los dos.
Sueño con sus huecos porque nada me gustaba más que sus huecos, los huecos que había en sus frases y que yo me encargaba de rellenar o suponer, los huecos que había en sus ideas que se completaban con los trozos de las mías que eran siempre tan malas. Los huecos que dejaban en su piel las cosas que se iba quitando.
Sueño con sus frases y con sus pensamientos y con los huecos que iba dejando vacíos en el armario para que ella dejara sus cosas. Con el hueco vacío de sus pechos en el primer sujetador que dejó en mi armario. Recuerdo esa falta mucho más que otra. Porque un sujetador vacío es un hueco muy grande cuando está en un armario y no arrojado a un lado de la cama.
Y sueño, sin poder evitarlo pese a que quiero hacerlo, con los huecos preciosos de su cuerpo. Con la pequeña marca que se le hacía en la mejilla al reírse. No al sonreír. Al reír de verdad. Y ese hueco lo hacía yo haciéndola reírse. Era creado por mí. Y era pequeño pero era mío. Y cuando no era mío daba igual. Estaba ahí, se manifestaba y no sé si sólo yo lo veía, pero lo veía. Era como si su risa se vaciara por ahí y dejara esa marca en la piel. Como si algo sólido se fuese también en esa risa. Su risa carnal.
Y esos otros huecos que recorría con las manos y con la lengua y con otras partes, todas las posibles, de mi cuerpo. El hueco poplíteo. La entrada secreta a sus piernas. El centro mismo de su ser. Me encantaba tocarlo y acariciarlo. Y hacerle cosquillas. Entonces todos los huecos de su cuerpo se manifestaban como en una explosión de felicidad que tenía un recorrido de fuera a dentro, dejando pequeños huecos en su cuerpo, como si tuviera que volverse un poco hacia adentro para no explotar del todo.
El hueco poplíteo, y el hoyuelo en la mejilla y la escotadura supraesternal se le volvían más profundos con mis cosquillas.
La escotadura supraesternal, lo vi después en una película y no pude dejar de acordarme de ella durante días, arrancando su cuello y anunciando sus pechos, como un centro estratégico de distribución de su cuerpo, como si a través de él pasara toda su belleza de un extremo a otro.
Todas las noches sueño que todo va bien. Tengo trabajo y me vuelve a querer. Sueño con sus huecos (los dichos y los no dichos, su ombligo, la separación extraña que había en su espalda, por el camino de la columna). Luego despierto y sólo quiero volver a dormir. Porque todas las noches sueño que todo va bien.


Escotadura supraesternal

viernes, mayo 22, 2009

WONDERWALL

Llevo toda la tarde sentado sin hacer nada. Sólo escucho Wonderwall una y otra vez, una y otra vez. No hago nada. El reproductor del ordenador pone la canción él sólo. Una y otra vez. Pienso. Pienso en cómo es posible que alguien haya podido escribir esto. ¿Sería consciente ese hombre de lo que había hecho?
Pienso en lo que se debe sentir al hacer algo así. En cómo debió de sentirse Velázquez cuando terminó Las Meninas. O Verdi cuando terminó La Traviata. ¿Sabrían los genios que eran genios? ¿Que habían hecho algo genial? ¿Cómo se descubriría eso? ¿Por la reacción de los demás? ¿Habría algo que te lo diría de por sí, sin razones, simplemente al terminar lo pensarías y estarías de acuerdo en ello?
Pienso muchas más cosas. En lo odiosos que me han resultado siempre los Gallagher, en que puedo, si cojo la guitarra, tocar la canción. En que tengo aprendérmela bien, porque hay partes que aún no puedo cantar. A veces pienso también en ella.
Es una canción de amor. Y como todas las canciones de amor (o todo el amor) es un poco adolescente. Un poco infantil. Un poco exagerada. Pero es menos adolescente que muchas otras canciones de amor. Mucho menos que Life Forever. A veces, cuando veo que me convierto en lo que odio, me río. Soy un gafapasta por momentos. Y me río de lo tonto que soy.
Hace tiempo que he comprendido que la canción, pese a ser adolescente, tiene varias verdades innegables, verdades aplicables a mucha gente. Verdades que, sin mentirme excesivamente, no como otras veces, puedo aplicarme a mí mismo. Pienso en que cuando aquella canción empezó yo escuchaba cosas mucho peores. Menos infantiles tal vez. Pero peores. Mejoro con la edad.
Las verdades de la canción se me hacen innegables por momentos. Pienso en ella. Y en otras. Pienso en aquello en que me he equivocado. Recuerdo a Luis Rosales. Como el náufrago metódico.
Siempre tiendo a dejar pasar las cosas. Me da todo lo mismo. Hasta que me quieran o no. You’re my wonderwall. Debería dejar de pensar y hacer algo. Aunque sea lo mismo que estoy haciendo. Aunque sea ponerme a leer.
Desde luego me caen fatal esos tipos, pero la canción es genial. Es tan tarde ya. No sé qué estará haciendo. En realidad no me importa. Me pregunto por qué ya no la quiero. Por qué he dejado de quererla. Y por qué soy tan frío que me da igual. Tengo que dejar de pensar tanto.
Tengo demasiado tiempo libre. Necesito una mujer que lo ocupe. Debería llamar a… debería mejor pedirle el teléfono, porque sin el teléfono no puedo llamarla. Today is gonna be the day. Mañana mismo se lo pido. Soy lo suficientemente mayor como para saber lo que tengo que hacer. Pero demasiado inmaduro como para hacerlo. Y demasiado vago. Voy a escribir todo esto en el blog, si no me canso antes.

Barrera, muro maravilloso

jueves, mayo 21, 2009

ESO ERA

No, no eran sus ojos verdes, sus ojos que si mirabas bien parecía que te ibas a caer dentro, que rodabas por ellos como el agua en un lavabo.
No eran sus pechos grandes, como una promesa de tierra prometida, como un recuerdo de que en los cielos hay un Dios que se acuerda de nosotros.
No era su sonrisa dispuesta siempre. Ni su pelo largo y sedoso. Ni sus piernas. Ni su cuerpo. No era nada de su cuerpo. No era nada de ella. Ni siquiera era ella. Tal vez ni siquiera era ella. Ni el conjunto que formaba.
Era lo que no estaba en ella. Lo que no se sabía de ella. Era su historia, lo que faltaba. Lo que no se sabía y que sin duda completaba la vida de aquella mujer. La parte más interesante de aquella mujer.
Era su parte desconocida, su parte por saber, su parte por contar y por ser escuchada y completada así, hecho así el círculo de la narración. Era lo que le había pasado, lo que le había hecho ser así como era. Ser tan triste. Estar tan cerrada. Vivir hacia dentro.
Equivocarse tanto como yo. Odiarse. Ser odiada. Utilizada. Lo que la había herido. O curado. Lo que fuera. Lo que la había dejado a las puertas de esto, de este presente y estos hechos.
Eso era lo importante en ella. Saber por qué sus ojos eran tristes. Por qué no hacía otra cosa. Por qué hacía lo que hacía.
Era su pasado. Su historia. Su verdad. Eso era lo que yo quería de ella. Lo mejor de ella. Eso era, eso era, lo que quería yo de ella.

Mujer triste pensando en su historia

miércoles, mayo 20, 2009

TARUMBA

La había visto llegar. Sentado en la sala de espera leía un libro mientras esperaba. Y esperaba ya mucho. Apenas me fijé en ella al principio. Después, al levantar la cabeza empecé a valorarla. Era mayor que yo. Rubia teñida. Piel morena por el sol de principios del verano.
Llevaba una camiseta de tirantes que dejaba entrever un escote mínimo. Los pechos, pequeños. Sus manos estaban llenas de anillos, pero ninguno de los que indica pertenencia, obligación. Sólo de los que dicen mírame las manos.
Ella me sorprendió mirándola. Pero yo me sentí descarado y no oculté mi interés, la dirección de mi mirada. Seguí mirándola. A las partes que no debía mirar un hombre educado. Ella se sentó a mi lado. Podía oler su perfume, barato y poco sofisticado. Un poco como ella. Tal vez fuera esa sensación de accesibilidad, de cercanía lo que me atraía de ella. Era una mujer posible.
Fingía leer el libro mientras realmente la miraba a ella. Su canalillo, sus píes. Sus manos. Empecé a excitarme. Acerqué la mano hacia ella. Pero ni la rozaba. Estaba nervioso, pero con ese nerviosismo del que está excitado, del que quiere y no puede.
Sentí entre mis dedos la sustancia viscosa que podría extraer del sexo de ella. Me froté la yema de los dedos. Ella miró el gesto. Afectaba indiferencia. Tuve ganas de chupar esos dedos ficticiamente impregnados del sabor y del olor de esa mujer. Pero no lo hice. Paré el gesto. Seguía sintiendo esa humedad en las yemas algo hinchadas de los dedos.
La vista del baño me sugirió la idea de masturbarme allí mismo. Pero eso significaría separarme de ella. Si iba a hacerlo ella debía verlo. Me sentí sucio. Y también libre. Y poderoso. Y salvaje como si fuera un Neandertal.
Me levanté. Tenía mucho calor. El corazón me latía fuerte haciendo que la carpeta con papeles que apoyé contra el pecho rebotara. Ella me miró fijamente ¿espera que me acerque? La miraba de vez en cuando. Disimulando. Ella fue llamada y entró en la consulta. Me calmé. O intenté hacerlo.
Salí de la consulta más tranquilo pero volví a verla. Imaginé las palabras que le diría. Perdona que te haya mirado, pero es que me pareces una mujer muy atractiva. Siento si te he hecho sentir mal. Luego nos íbamos juntos y todo acababa como debía y no como acabó con ella caminando, su olor y su sabor y su liquidez, hacia un lado y yo hacia el otro. Solo.
Tú sabes cómo es el deseo, Tarumba...

martes, mayo 19, 2009

NO VOLVER A HACERLO

Hablaba de literatura con un escritor que no era su rival. El otro no publicaba o lo hacía marginalmente, sólo escribía por el vicio de escribir y no se presentaba como escritor, de hecho algo de vergüenza había en su actitud hacia esa palabra, como si supiera que ser escritor no es algo bueno, que no es prestigioso ni bonito.
El que sí había sido publicado hablaba de la razón que lleva a escribir y de lo bueno que es escribir y de lo malo que es escribir. Quería llegar a otro lugar a otra cosa, pero no era capaz de decirlo. El aficionado dijo: piensas en cómo dejar de escribir. Sí, pienso en cómo no escribir, pero incluso la forma de no escribir es una forma de escribir, es una historia que me cuento a mí mismo de mí mismo dejando de escribir.
Es una novela en la que yo peleo contra mí mismo y gano y dejo de escribir. Pero ya sabes que el final de una novela no es más que el principio de otra, el principio de la vida misma, porque cuando se deja de actuar como en una novela es cuando se puede actuar como en la realidad misma.
Pedro Salinas se mostraba a la vez triste y contento por no escribir. Y por no leer. Por no hacer nada. Pero creo que no podía dejar de pensar. Y de escribir. Porque todo esto lo dice en cartas que enviaba a Jorge Guillén. Ya sabes que el que lo hizo fue Gil de Biedma, pero primero mató a su propio personaje, a su poeta. Y luego se calló. Aunque no podemos asegurar que no siguiera, en su despacho, pensando en poemas que no se permitía escribir, como otros pensamos en las mujeres a las que no nos permitimos amar, o en el dinero que no nos permitimos robar.
Sería bueno, otra vez hablaba el publicado, dejar de hacerlo. No pensar en hacerlo. No ver el reto. Y no sentirte bien al hacerlo, cuando terminas de hacerlo. Se parece demasiado al sexo, a la conquista, a la posibilidad de llegar a una mujer y convencerla y domarla. Aunque ya sé que no es más que masturbación pura y dura.
La masturbación es buena. Lo dices porque eres un pajillero. Claro. Y porque otros pajilleros también lo dicen.
Y la conversación varió en un catálogo de perversiones sexuales y literarias que no es necesario contar, porque todos sabemos cuáles son, cómo son, que no llevan a nada.

Jaime Gil de Biedma

lunes, mayo 18, 2009

ESPERANZA

Un día más me quedaré sentado aquí. Esperando. Un día más estaré aquí, esperando, sin más. Otro día más, aguardando. Acechando. Con la esperanza como compañera. Esperando, sentado aquí. No tengo bien claro si debo sólo esperar, si debo hacer algo más, si debo ganarme lo que suceda.
Pero seguiré esperando aquí. Mi carne descansará en la esperanza. Cuando haya de descansar. Cuando muera y siga esperando y no suceda lo que ha de suceder. En la esperanza de que de todas formas sucederá. En la esperanza de que es lo justo, lo necesario, de que si no ha sucedido tendría que haber sucedido porque era lo suyo.
Mi carne descansará en la esperanza. Por ahora no descansa. Se sienta aquí, esperando, sin evitar la sombra, el sol, la lluvia. No deja de esperar, de acechar, de aguardar. No deja de tener esperanza. Finalmente puede que sea la esperanza lo que acabe conmigo, lo que me mate, la fe en que esperando, confiando aquello que debe suceder, aquello que quiero que suceda sucederá.
Y mientras tanto espero aquí. Espero sin más. Aguardo el momento. Pienso muchas veces si habrá llegado ya el momento, si no habrá sucedido y me lo habré perdido, y no habré sabido reconocerlo. O si ha sucedido pero yo ya no puedo percibirlo. Si he olvidado cómo habría de ser. O lo que habría de ser. Si simplemente estoy muerto y por eso permanezco inmóvil esperando.
Y en ese momento trato de agitar un poco las piernas de estirar los brazos y respirar más hondo. Y parece que sucede. O todo me está engañando o sigo vivo. Vivo y esperando. Vivo y esperanzado pese a todo. Vivo y permanente y convencido. Vivo y pura fe, pura esperanza de que esto es lo que debo hacer.
Vivo o muerto da igual. Mi carne descansa en la esperanza. Se sublima en la espera. Mi carne descansará en la esperanza. Pura luz y pura fe. Pura razón y pura verdad. Pura esperanza. Nada más.


Esperando, sentado

domingo, mayo 17, 2009

ESCUCHAR

Ella le hacía muchas preguntas que él, realmente, no por pose, no por hacerse el interesante, no podía o no sabía responder. ¿Qué es lo que te gusta? No consideraba que las cosas que le gustaban fueran excepcionales o dignas de mención. Sus cosas eran sus cosas, sin más, lo que hacía. No tenía una afición extremada por nada. No podía definirse por nada.
Respondía que no a todas sus preguntas. ¿Haces esto? No. ¿Y esto? No. A mí me gusta esto mucho. A mí no. No te gusta nada. Me gustan cosas, sí. ¿Qué? Y él levantaba los hombros y no contaba nada, no decía nada, hasta que al fin descubrió una cosa que sí le gustaba. Escuchar. Eso me gusta mucho.
¿Cómo? Sí, escuchar, eso me gusta. Formar parte de una conversación, sobre todo como oyente. Creo que es porque se parece mucho a leer, porque soy un receptor de una historia que alguien cuenta. De la misma manera. Porque incluso hay el mismo nivel de artificiosidad y de mentira en una que otra comunicación.
Ella no terminaba de entenderle bien, pero parecía que al fin podían hablar, de algo. Entonces. Cuéntame tu historia. Por qué estás aquí. Cómo has llegado aquí. Lo que tú quieras. En el orden que quieras. Yo te escucho. Ella no le contó nada. Se fue. Sabía que si contaba, si decía su historia, si se la decía a él, volvería a ser débil, vulnerable.
Volverían a conocerla, a saber qué era, qué le pasaba, qué hacía, qué haría. Volvería alguien a entrar en su vida, ella le dejaría pasar y al final volvería de nuevo a cogerlo todo, a tocarlo todo, a llevarse lo que pudiera, a moverlo y fastidiarlo y joderlo todo.
Por eso se fue y no volvió a intentar hablar con él. No estaba dispuesta a correr ningún riesgo.


Escuchando, tus labios cerca del lóbulo de mi oreja

sábado, mayo 16, 2009

HAY ERRORES QUE TE CONDENAN PARA SIEMPRE

Como hombre que era estaba acostumbrado a meter la pata, a cagarla. Era bastante metepatas. Por bocazas. O por lo contrario. Por torpeza. Física. Era un hombre antiguo y no había trabajado la psicomotricidad. Se le caían las cosas. Tropezaba.
Así que le acompañaba una doble torpeza. La física y la mental. La social y la material. Como tal se caía y se levantaba. Se equivocaba y pedía perdón. Pero a medida que se iba equivocando, que iba errando, con la gente, destrozando su posición, reconstruyéndola, partiéndose una pierna curándola, se iba dando cuenta de que hay errores que no tienen solución.
Había errores que no podía solucionar, que no podía enmendar. Equivocaciones que no se solucionan con una petición de perdón, con mitigar los efectos de ese error. Cuando se partió el tobillo este se restañó. Pero siempre sentía los cambios de tiempo. Y un dolor leve y sordo que no dejaba de acompañarle.
Cuando, por errores, perdió a sus amigos, cosas importantes, mujeres, vio que esos errores le condenarían para siempre. Que no podría enmendarlos. Que no tenían remedio. Que no podía hacer nada para solucionar la situación que había creado.
Y sabía que la única opción era aceptar la vida tal y como viene. Sin más. E intentar no volver a cometer ese error que le condenó para siempre, ese error inmitigable, ese error que no tenía solución y que no la tendría nunca.
Pero, como era un hombre, y un hombre acostumbrado al error (al error como fuente de aprendizaje, a cometer por lo tanto errores y asumirlos como algo propio de su personalidad y de la vida, al error como fuente de conocimiento propio) se seguía equivocando, destrozando su vida y su cuerpo cada poco. Arreglándola sólo de vez en cuando.

Tropezón, error

viernes, mayo 15, 2009

SAN ISIDRO

Parece que estamos abonados a la temática religiosa. Los tres temas que tenía para hoy son de ese mismo palo: el segundo advenimiento del ser superior (Florentino), los condones y la abstinencia como freno del sida y propagación de la especie y por tanto de Dios y San Isidro.
Me voy a quedar con el último porque es con mucho el más divertido y el menos manido, al menos hoy por hoy. San Isidro era un santo como Dios manda. Como me gusta ser a mí. Y a todos.
Tenía un campo, de ahí que sea el santo de los agricultores, pero no lo cuidaba y se pasaba el día rezando (algún malévolo dirá que se pasaba el día sin hacer nada, yo no lo digo, aunque si me esforzara un poco podría decirlo), así que su campo nunca daba nada de nada de nada, lo que por otro lado es normal.
Dios al ver esta injusticia mandó a unos ángeles a que le araran el campo para que San Isidro pudiera seguir rezando (o como diría nuestro amigo el malévolo, para que siguiera sin hacer nada), lo que nos dice que Dios es cojonudo, pero que siempre ha habido pringados. En este caso los ángeles que sin comerlo ni beberlo tuvieron que ponerse a currar sin comerlo ni beberlo ni ver el beneficio por ningún lado.
Así que siempre estaremos de parte de San Isidro, que hacía lo que no debía y aún así se le considera el epítome (ejemplar ejemplar) de los agricultores. Esto pasa mucho en muchas profesiones, entre los futbolistas, escritores, albañiles, funcionarios, etc. Siempre hay un pringado que curra y otros muchos que rezan a Dios para que haga su trabajo.
Yo siempre estaré del lado de los que hacen nada, porque no nos engañemos, hacer cosas está sobrevalorado. Como casi todo en el mundo.

Campos labrados, no como los de San Isidro

jueves, mayo 14, 2009

FORLANISMO

La religión es una cosa curiosa. No voy a meterme ahora con las religiones. Ni siquiera con sus seguidores. Cada uno hace lo que puede. O lo que quiere. O lo que cree que quiere. Es decir, que cada haga lo que quiera siempre que a mí me dejen en paz.
Pero la religión no deja de ser curiosa. Y los profetas, apóstoles o demás de las religiones mucho más curiosos. Que Dios se manifieste sólo a un hombre es fabuloso. Y que ese hombre consiga convencer a los demás de que Dios le ha hablado y le ha dado instrucciones precisas de cómo lograr la felicidad o el paraíso es más fabuloso.
Un tipo consiguió crear una religión a base de equivocarse. Bien es cierto que su religión cuenta ahora con guapísimos proselitistas. Son los Adventistas del Séptimo Día. Y ya sabéis que son rubios y altos como ángeles.
Yo, modestamente, no creo ser un apóstol ni un profeta, pero puesto a creer en algo increíble, me estoy pensando seriamente creer en Diego Forlán. O lo que es lo mismo, crear el Forlanismo. ¿Por qué Forlán? Viendo su capacidad física, su cuerpo escultural, su talento para el fútbol, el golf, el tenis, su solidaridad, su abnegación para con su familia y su todo en general díganme si no se merece él más que otros tener una religión.
Así que me declaro Forlanista, o creador del Forlanismo, que es la religión que tiene como tótem a Diego Forlán, u-ru-guayo de pro y superhéroe. Todos aquellos que quieran adherirse a esta religión y adorar el cuerpo y lo que no es el cuerpo de este helénico ejemplar, que me envíen un cheque. Necesitamos construirle un templo.

El divino, ¿o no?

miércoles, mayo 13, 2009

DEBATE

Tanto ayer como hoy se disputa o se celebra, cualquiera diría por los gritos que hay en el hemiciclo, el debate sobre el estado de la nación.
¿Qué sentido tiene hacer un debate sobre el estado de la nación? ¿Acaso no se sabe cómo está la nación? Amigos, los que disputan o celebran el debate no. Y se sabe rápidamente que no saben nada de nada porque llevan trajes con corbata, llegan en coches que no conducen ellos o en que utilizan palabras que no entienden ni los negros que les escriben los discursos.
Es bonito que nos quieran dar dinero por comprar un coche. Aunque sería más bonito si lo hicieran porque compráramos un coche que utilizase un combustible distinto. Verían en ese caso como todo el mundo dejaba de usar la gasolina. Pero según me ha dicho alguien a las casas de petrolíferas esto no les interesa. Será un rumor porque las casas esas dicen que trabajan por el planeta, el mundo y los niños y nada vendría mejor a estos tres elementos que que los coches dejaran de mandar tanta porquería al cielo.
A mí, lo que más ha gustado del Debate este es que no ha impedido que yo pueda tumbarme en mi sofá, encender la tele y disfrutar de Saber y Ganar, presentado por el no vivo, o muerto si se prefiere, Jordi Hurtado. Creo, como el programador, que no hay debate político tan importante que deba fastidiarte tu programa favorito. Aunque sea en el que se estable cuál es el Estado de la Nación.


Aplaudiendo a Jordi Hurtado. ¿O no es Jordi Hurtado? ¿Quién es Jordi Hurtado?

martes, mayo 12, 2009

DE SOBRA SABES

De sobra sabes que eres la primera. Como lo sé yo también. La primera que hubo. La primera que habrá porque la historia es lineal y tú estuviste antes que ninguna y antes que ninguna estarás siempre aunque un día dejes de estar. Aunque no estés.
Y porque lo sabes me tratas así. Que no es ni mal ni bien. Que sólo es distinto. Porque sabes lo que sabes, lo que pasó y no pasó, que eres la primera y lo serás. Y por eso crees que siempre serás la primera. Y lo serás. Pero no tal vez como tú piensas.
Porque me temo que piensas que soy de una manera y sin embargo soy de otra, soy otra cosa distinta. No soy lo que parezco. Y tú lo has comprobado. Nadie podría decir que sería como soy. Que tú y yo estaríamos tan bien juntos. Y lo estamos. Tú eres la primera confundida en eso.
De sobre sé que no soy el primero. Y que no lo seré nunca. Que nunca estaré entre los primeros pensamientos o deseos. Lo sé. De sobra. Y creo que me gustaría. Pero no me hace falta ser el primero. No si soy. Si puedo ser. Si me dejas ser.
Y sin embargo yo a ti sí que te conozco. Porque yo me callo y te miro y te dejo hacer y es como si estudiara lo que haces. Sé cómo te mueves. Cómo piensas. No debería contarlo. Porque parece una traición. Porque es una traición. Pero te miro como por el ojo de la cerradura y te aprendo, te memorizo. Porque eres la primera. Por eso eres la primera. Y por eso sé cómo miras donde no debes mirarme.
De sobra sé que no seré el primero. Aunque sueñes conmigo unos días. No lo reconocerás nunca. Te asusta pensar que podrías quererme. Lo sé. Pero no me importa. Porque sé que temes querer a cualquiera. Y por eso parece que no lo necesitas. Y sin embargo hay días que hablamos y es como si te arropara una noche.
De sobra sabes que eres la primera. Y no quieres serlo. Y yo no quiero que lo seas. Y no dejo que no lo seas. A pesar de que hay otras. No lo sabes, no te lo digo pero hay otras. Igual que sé que para ti debe haber otros. No sé quiénes serán. Y no me importa.
De sobra sabes quién soy. Te lo he dejado escrito. Y sin embargo no me conoces. De sobra sabes que eres la primera y lo serás. Y sin embargo estás dejando de ser. Serás la primera. Pero serás pasado. Una historia que fue bonita de contar y tonta de vivir.

La primera de todas

lunes, mayo 11, 2009

EL LUGAR

En aquel lugar del que nunca nadie habría de recordar el hombre dejó nuestro hombre algo más importante que la vida, más importante que su sangre, su nombre o su honor, más importante que él mismo y todo lo que durante el resto de su vida haría.
En aquel lugar al que nunca habría de volver el hombre y el resto de sus compañeros habrían de dejar algo más que sudor o sangre u otros restos orgánicos. Más importante que sus miembros o sus fortunas o sus amores.
En aquel lugar extraño que nunca nadie ha vuelto a nombrar habrían todos ellos, los unos y los otros, de dejar mucho más que el tiempo o el esfuerzo, más que la historia o la leyenda, más que su talento o su inteligencia.
En aquel lugar que ahora no es más que un gran cementerio como son en todo caso todos los lugares de la tierra, dejaron a la vez todos todo lo que tenían lo que querían y lo que serían, lo que podrían haber sido y lo que nunca fueron y lo que sí fueron y lo que dejaron de ser.
En aquel lugar en el que no pasó nada de nada se quedó eso y todo lo demás que no sé nombrar. En aquel lugar hubo un día un templo. En aquel lugar hubo una llama que no dejaba de quemar. Y una historia que se puede y se puede contar. En aquel lugar los dioses se reunieron. En aquel lugar destruido hubo un día tantos gritos de felicidad y de angustia que es mejor que no diga nada más.


Heroico y fantástico lugar

domingo, mayo 10, 2009

AUTOCENSURA

Le daba muchas vueltas a la idea. Estaba terminando la novela. Era una buena novela. Todavía le gustaba cuando la leía. Sabía que, dentro de un tiempo, odiaría esa novela como odiaba todas las demás que había escrito y publicado.
Pero esa idea le estaba retrasando en su trabajo, estaba paralizando su trabajo. ¿Qué hacer? Pensó cómo arreglarlo, cómo salir de aquel entuerto en que se había metido. Sabía por otras veces que debía tener mucho cuidado con lo que escribía, que lo que a él le parecía una cosa, y una cosa clara y sin desviaciones posibles de significado, para otros sería una cosa totalmente distinta.
Desde la llegada al poder del general él no había tenido problemas con la policía o la censura. Bien es cierto que su estilo no era meterse en política. Aunque sabía que la política lo rodeaba todo, lo teñía todo. Y más en una situación como aquella.
La censura nunca tachaba sus libros. Era un escritor bien visto. Por ambos bandos. Pues aunque no fuera público los otros también tenían un bando. Y también le leían. Y ahora se encontraba en esa encrucijada.
Sabía por otras veces lo que tenía que hacer. Evitar cualquier enfrentamiento. Pero sabía que eso le estaba llevando por un terreno peligroso. Estaba cambiando sus hábitos, su forma de escribir y de decir para evitar problemas. Incluso llegaba a ver problemas antes de que existieran.
Este era el caso. Estaba convencido de que alguna mente podría ver en uno de sus personajes a alguien de la realidad. Y que esas palabras podrían costarle caro. Por eso estaba corrigiéndose. No le gustaba tener que hacerlo. Ponerse la venda antes que recibir la herida. Pero era lo que tocaba. O eso creía él.
Discutió con su mujer la idea. Y discutió en serio con ella. A ella no le parecía bien aquello. No le gustaba en lo que se estaba convirtiendo él. A él tampoco le gustaba. Esa tensión de no poder decir lo que quisiera por el miedo a las consecuencias imprevisibles. Ese miedo a hacer estallar la realidad, a que todo cambiara para él por el capricho aleatorio de alguien.
Decidió lo mejor para todos, para su mujer, para él, para la realidad que le tocaba vivir. Cambió todo lo que parecía mal. Era el único sistema para al menos seguir escribiendo. Seguir viviendo.

Tachado, por el propio autor

sábado, mayo 09, 2009

TRES TRISTES TIGRES (LA VERDADERA HISTORIA)

La historia es mucho más larga de lo que se cuenta. Todos sabemos “Tres tristes tigres comen trigo en un trigal” pero nadie nos aclara por qué están tristes los tigres. Por qué esos tigres se han hecho vegetarianos. Por qué son tres y no trescientos o sólo uno.
La historia es mucho más larga. Al principio eran siete tigres. Pero de esos tigres, que vivían en la selva y no en un trigal, uno murió de la impresión. De un susto. Me vio un día aparecer en la selva. Yo llevaba, como siempre, mi libreta de notas y mi cámara fotográfica. Y el tigre, vaya usted a saber por qué, se murió al verme.
Otro tigre murió poco después. Huía al haber oído mis pasos. Yo por entonces era un emérito viajante del National Geographic y hacía un viaje por la India salvaje. El tigre intuyó que yo llegaba y no sé por qué echó a correr. Con tan mala suerte que se cayó por un precipicio.
Otros dos tigres murieron juntos. Intentaron comerme. Se abalanzaron sobre mí, pero al clavar, superficialmente, sus garras uno y sus dientes otro en mi carne cayeron fulminados al instante. No sé la razón. Pero desde entonces se utiliza mi sudor para hace repelente de tigre. Y funciona.
Quedaban esos tres tigres. Solos. Sin sus hermanos. Eran pequeños y jóvenes. Me los llevé conmigo (El trabalenguas decía “Tres tristes tigres comen contigo (yo) en un trigal” pero luego se cambió). Yo soy de un pequeño pueblo de Iowa donde tengo unas tierras bastantes grandes. Y allí llevé a los tigres.
Ellos se metieron en el trigal desde el principio. Les encantaba. Y a mí me alergia. Saben que no puedo acercarme a ese lugar. Creo que por eso nunca salen. Y se alimentan del trigo. Porque no quieren verme. Les doy miedo.
¿Por qué están tristes? Porque están conmigo (“Tres tristes tigres contigo en un trigal” es la otra versión primera del acertijo). Y saben que yo puedo aparecer en cualquier momento. Yo les quiero mucho por eso no les molesto. Aunque la verdad, me fastidia bastante lo del trabalenguas. Deberían pagarme derechos los de las sociedades de autores.

Mis tres tigretones

viernes, mayo 08, 2009

SI

Era el azar el que los había llevado a ese momento en ese lugar. No era, se podía ver, un momento especial. Simplemente era otro momento, uno más. O uno menos. Nadie sabría decir cuántos les quedaban. Tal vez uno más. Tal vez mil más.Un bar. Una mesa. Cuatro sillas. Dos de ellas ocupadas.. Dos vasos. Hablaban. De la vida. De sus vidas. Sobre todo de lo que pasaba. De lo que iba pasando. Se lo contaban. Así era más real. Y además era compartido.Pero sobre todo hablaban del azar. De lo que habría pasado. Del condicional. De lo que habría pasado si, de lo que hubiera sucedido si, de lo que estaría pasando o iría a pasar si. Y ese azar tenía dos caras, las dos malas, una buena y una mala, las dos buenas.No estarían ahora juntos, hablando de aquello si. No se habrían conocido si. No hablarían así ni de otra manera si. O tal vez sí. Tal vez hablaran así, tal vez se habrían conocido. Tal vez, tal vez sí.Y no importaba el si. O sí importaba el si. Qué más daba. El azar, la vida, lo había propiciado. Pensaban tal vez que lo mejor sería no haberse conocido. Ella era feliz antes. Él habría tenido otra vida. Habrían sido felices viéndose felices.Le daban más vueltas al si. Esto habría pasado si. ¿Te hubiera gustado? No ha pasado. ¿Te hubiera gustado? No lo creo. ¿No? No. No hubiera funcionado, ese si, no habría sido bueno ni para ella ni para mí, ni para él. Es mejor así. Él es mejor que yo. Ella será más feliz. Somos todos más felices.Y cambiaron de tema. Muchas veces. Se hicieron reír. Se insultaron. Utilizaron el si para reírse. Ya no importaba. Ya se podían reír. O siempre se podían reír, de todo. Qué más daba. Nada es importante si no te puedes reír de ello, incluso el azar. Incluso el si.
Bar, sillas

jueves, mayo 07, 2009

DESIRE (DISAIER)

No podemos evitar el deseo. Lo sabemos. Todo lo sabemos. Hasta ella lo sabe. Ese es su problema. El deseo. Y que conoce el deseo. Y que se le atraganta el deseo porque no puede conseguirlo ni aplacarlo. Porque la realidad no hace cierto el deseo.
Y a veces nos gusta quemarnos en ese deseo, aguantarlo hasta que nos quema y rozarnos es puro fuego de deseo, es puro calor en la yema de los dedos que se va deshaciendo de deseo que se va haciendo líquida, como el resto del cuerpo. Y es ese líquido, el futuro, el que prevemos, el que nos ahoga, lentamente. Nos ahoga el deseo.
No hay secretos. Ni obsesiones. No hay nada. Nada que el deseo no pueda, que el deseo no derrumbe, ¿mi corazón? No lo sé. El deseo acabo con él. Lo hizo ceniza. Lo derrumbó. Tú lo viste, estabas allí, viste cómo ardía, como quemaba mi pecho cuando tú lo tocabas.
Sé que no lo compartes. Sé que tú no recuerdas a Dios como yo lo hago, cuando yo lo hago, cuando yo pienso en Dios y me acuerdo de Dios sin querer. Cuando te cruzan por la calle y lo notas y miramos y pensamos Dios, Dios. Y casi parece que estamos en la cruz. Sin secretos. Ni obsesiones. Desnudos. Dios mío por qué me has abandonado. Por qué dejas que el deseo me cruja, me queme, me ahogue.
Pero no es Dios, no eres tú. Es todo. El deseo. Ese deseo que me saca la lengua de los ojos. Y la lengua de la boca. Y grito. Y hablo. Y te digo cosas que no quiero decirte o cosas que quiero decirte y no me atrevo o no sé decir. ¿Me escuchas? No, gracias a Dios no. Ese es el deseo. Al otro lado de la realidad. Por encima de ella y de su certeza y sus cosas de madera o tierra o hierro.
Ese es el deseo. Eres tú. Es ella. Es todo. Quemadura. Ardor. Agua. Ahogo. La lengua de los ojos. La selección natural. Mi mente contra mi cuerpo. Dios y la cruz y el dolor, y el placer y aguantarse un poco o reprimirse del todo y esperar tu momento, mi momento, nuestro momento. Esperar. Deseo. Calor. Líquido. Esperemos un poco todavía.

Deseo y más

miércoles, mayo 06, 2009

PENSANDO

Ya no escribo poemas. No sé si es culpa tuya, si es que me estoy volviendo cómodo o feliz o que no termino de ser feliz. No sé por qué pero no escribo. Tal vez porque he perdido la costumbre o porque madrugo tanto que me quedo dormido enseguida en todas partes como un niño pequeño.
Quiero escribir poemas, pero no los escribo. Los tengo. Los pienso. Anoto alguna de sus palabras en algún sitio. Te miro y los pienso. Te pienso y los pienso. Son poemas para ti. Palabras para ti. No las pronuncies. No las digas. No las sientas. Son sólo palabras. No sé siquiera si yo las siento o las quiero o las digo. No sé si son tuyas. No sé si son palabras.
Tampoco leo desde hace mucho tiempo. No poemas. Apenas un día de vez en cuando. Paso semanas sin leer. Y cuando leo no recuerdo. No aprovecho. Quizá esto y la escritura vayan unidas y como no puedo escribir no puedo leer. Quizá sea consciente y haya parado de hacer estas cosas para no hacerme daño. Porque tal vez veía a dónde iba. Iba a ti y no quiero ir a ti.
Sin embargo escucho canciones todo el rato. Y lo hago con la sensación de que hablan de mí. O de que hablan de ti. A veces creo que hablan de nosotros. Tengo mucha fantasía. Las canciones son buenas. Algunas son buenas. Otras no. Y las repito. Y las escucho. Alguna tiene alguna verdad. Otras son pura mentira. Pero me agarro a alguna frase para sujetarme a ti. A veces, por extraño que parezca, creo que te pierdo. ¿Cómo puede ser si nunca te he tenido? ¿Cómo si nunca te he querido? ¿Por qué me molesta dejar entonces de quererte?
Comprendes ahora por qué te digo cosas tan raras. Porque no tengo un pensamiento claro. Porque no sé qué digo, qué siento, qué pienso. Las ideas se me descontrolan. E imagino futuros a tu lado. Y futuros sin ti. Es más, futuros con otras. Todos son felices. ¿Puedo ser feliz? Me gustaría que tú lo fueras. Y siento que es imposible que yo te haga feliz. Es una putada. Pero lo pienso así.
Es una suerte que no me estés oyendo ahora. A no ser que me estés leyendo el pensamiento. Si me lo lees, parpadea exageradamente. Bien, no lo haces. Si me lees y no quieres demostrarlo eres una puta. No has hecho ningún gesto no me lees el pensamiento.
Creo que te quiero. Pienso tu nombre a todas horas y a veces lo digo cuando hablo con otras. Es difícil. Eres difícil. Pero yo soy más difícil. Así no seremos felices nunca. Dejaré de pensar en ti ahora. Ahora. Ahora. Joder, no me daba cuenta. No pienso en ti. Pienso en mí. Dejaré de pensar en mí ahora. Ahora. Ahora. Ahora. Ahora.
Blas de Otero

martes, mayo 05, 2009

REUNIÓN MAYO '09

Reunión número quién sabe de Creatura. Toda la cúpula allí reunida como si realmente hiciera algo importante o bueno o necesario cuando en realidad todo lo que hacemos es hablar de porno y otras cosas mucho menos importantes como el arte.
Resoluciones, portada mes de Julio para Gabi.
Contra del mes de Julio pues para el mismo Julio
Editorial para Rubén
Establecimiento del mes de Julio otra vez para Julio que hablará de Generación X uno de nuestros últimos anunciantes.
La próxima reunión será el 8 de Junio en el lugar de siempre. La entrega el día 7.
Las colaboraciones serán para Ángeles Iglesias la primera y para J. A. Albarracín la segunda, ya que se han lanzado como espontáneos y nos han enviado cosas a Creatura, lo que siempre agradecemos y pedimos porque como veis al final lo publicamos. Así que animaos a enviar más cosas.
Y la reunión, más rápida que de costumbre por diversos motivos, se acabó pagando la cuenta que como siempre contenía más cerveza que otra cosa.

Bar, lugar destinado a las reuniones de Creatura

lunes, mayo 04, 2009

NARRADOR

En las palabras más insignificantes estaba la verdad de su vida, lo que realmente pasaba, lo que le ocurría. En las otras, simplemente se escondía de la gente que le buscaba significados a todo.
Aprovechaba cualquier cosa para contar, pues estaba convencido de que en el fondo, sólo somos animales narrativos, hechos para oír y narrar, para conocer así. Y utilizaba esta técnica para contarse a sí mismo a los demás.
Y no sólo a sí mismo, si no también a los demás, a los suyos o a los otros. Contaba los amores de unos, las penas de otros, la vida alegre o triste o tonta de todos los que podía.
Tenía muchas historias que contar y en todas se podía o no esconder él, podía ser o no el protagonista. Y quien él quisiera podía salir con él en ese pedazo reinventado de la vida. Podía amar a quien quisiera, ser lo fuerte o lo triste o lo inútil que quisiera.
Y lo bueno es que todo era ficción.


domingo, mayo 03, 2009

MUSA

Cuando recibió aquella carta no se lo podía creer. Le legaban todas aquellas cosas. No entendía nada en absoluto, ¿quién era aquel muerto? ¿por qué le dejaba cosas a ella? ¿de qué le conocía? ¿le conocía?
El gran poeta de los últimos diez años, tres libros fundamentales que habían renovado el género, que habían relanzado, por fin, al género, murió un domingo por la tarde. Era verano y el día era agotadoramente largo. No había nada que hacer. Todos estaban aburridos.
Su muerte fue una noticia corta en la sección de cultura de los periódicos. Ella había leído la noticia pero le había interesado mucho más el largo artículo que iba a su lado sobre la obra del poeta. En él se explicaba como había construido su obra a partir del sentimiento amoroso. Pero había una curiosidad, algo que hacía este hecho noticiable, la mujer a la que había dedicado todos esos versos se mantenía en el anonimato.
No era Isabel Freire, ni Leonor, ni Guiomar, no era Rosa. Nadie sabía su nombre. Quién era. Cómo había despertado ese impresionante torrente amoroso y literario que había despertado. Entre los especialistas había una gran curiosidad. Uno de ellos llegó a seguir al poeta durante días para ver quién era. Pero nunca nadie lo supo. Él dijo, el día que muera se sabrá, ella lo sabrá.
Aquella mujer no lo entendía, ¿de qué la conocía? ¿cómo era posible que ella hubiera inspirado todo aquello sin pretenderlo? Fue al espejo y se miró. Sentía curiosidad por compararse con la mujer de los poemas. Había coincidencias. Los colores. Las texturas. Las ropas. Pero aquella mujer era mucho más bella.
Y además estaba la idea que subyacía. Cómo había ese hombre escrito aquello sin conocerla apenas. Cuánto tiempo habría estado observándola de lejos, sólo mirándola sin más. No recordaba haber hablado con él, aunque tal vez lo hubiera hecho.
Se sentía importante, grande, hermosa. Había conseguido ser el gran amor de un gran poeta. Sentía pena por no haberle conocido antes. Durmió y soñó que él le recitaba todo aquello en persona, que le decía palabras aún mejores, palabras que él todavía pensaba.

Musa

sábado, mayo 02, 2009

LA ESTRATEGIA DEL BOTÓN

Después de todo, de la noche tan larga, de haberse conocido en todos los aspectos, de haber hablado, de haber hablado mucho, mucho, contando cosas tontas y cosas no tan tontas, cosas hasta importantes, los dos hablaban en la cama. Se reían en la cama. Comentaban la forma de conocerse, lo que tal vez les había hecho conocerse e irse juntos. (Tal vez, porque en uno de ellos existía la idea de que todo está en cierta forma predestinado, que todo sucede porque tiene que suceder, porque algo fuerza a que suceda).
Ha sido el botón, ese botón, el que te queda por debajo del escote, el que sujeta el escote. Ha sido ese botón el que me ha llamado, el que me ha hecho fijarme bien en ti. Me ha hecho fijarme en tus ojos (también en tus pechos, pero como no me gusta mirar a los pechos he subido la mirada más arriba y he mirado tus ojos y tu nariz y tu boca, y todo lo demás).
Sirve para eso, para que miréis dónde debéis mirar, miréis los pechos o como tú (aunque tú eres el primero que lo hace) miréis más arriba, me miréis la cara. Y hay otro botón importante que está más abajo, que deja un poco al descubierto el ombligo, aunque luego se tapa con la camiseta. Ese botón también es muy importante.
Ese no lo he mirado. No lo he visto. Cuando he visto el otro botón he decidido que si esta noche intentaba algo con alguien sería contigo. Con alguien que deja ese botón en ese sitio. Porque parece muy inteligente dejar ese botón en ese sitio y hacer mirar ahí y luego a otro sitio. Porque parece pensado.
Siguieron riendo. Hablando.

Botones, estrategias.

viernes, mayo 01, 2009

EL SOPLIDO EN LA HERIDA

La herida era muy dolorosa. Parecía que se nos iba la vida en ella, a través de esa cantidad de sangre que salía por ella. Era inmensa, inmensamente dolorosa. El golpe había sido muy fuerte. Llorábamos. Éramos duros y fuertes, pero llorábamos. No podíamos evitarlo. Entonces salvador, llegaba el bote de mercromina. La mano femenina y salvadora. El aplicador. Y sobre todo, más importante que nada, el soplido en la herida para secar la mercromina. Y sobre todo para curarnos del todo.
Ya podíamos saltar, correr, volar, ya no dolía, no sangraba, no nada. Era ese soplido el que nos hacía fuertes, duros, inmortales como aún seguimos siendo. Ese soplido y la boca de la que salía, una madre, una señorita, el que nos hacía poder con el mundo en cualquier circunstancia. Nada de Lobezno. Nosotros sí que teníamos superpoderes curadores. Era ese soplido.
Así que cuando aquella mujer, ojos grandes, pelo largo, sonrisa que se marcaba en su cara incluso cuando extrañamente estaba enfadada, vio mi herida, pequeña, ridícula, pero dolorosa (yo fingía que no dolía, claro que lo fingía, pero fingía) y la paró con su pañuelo de papel y sopló en ella me volví a sentir inmortal.
Volví a volar, a poder correr horas y horas, a tener el corazón fuerte y duro y entero. Por supuesto me enamoré de aquella mujer. ¿Cómo no hacerlo si había soplado en mi herida, si me había hecho inmortal, si podría vivir para siempre con ese aire mágico que salía de sus labios?
Pensaba en ese soplido, en esos labios que quería morder, besar, rozar con mis labios o mis dedos, en cómo hacer que soplaran siempre para mí, todas mis heridas, todas mis alegrías, toda mi vida impulsada por esos labios, por el soplido calculado que salía curativo de ellos cuando era preciso.
No hace falta. No me duele. Ya sé que no te duele. Eres un hombre fuerte. Pero hay que curar las heridas. Parar la sangre. No soples más. ¿No te gusta? Sí. No soples más porque me gusta y tendré que hacerme más heridas para que las soples. Reímos.

Mercromina, gotas, un soplido y a volar