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miércoles, marzo 11, 2009

LAS VIDAS DE CRISTINA, cinco

De todas las vidas de Cristina la más veloz se escapa entre la abertura de sus dientes. En cada soplido, en cada respiración, esa vida, pequeña o grande, según el momento, se va fundiendo con el aire que pasa y se va, lejos, lejos como su pensamiento tantas veces.
Entre esos dientes no cabe un dedo. Pero caben dos pulmones grandes e hinchados, vacíos y llenos, según el momento. Entre esos dientes, los dos delanteros, a esos me refiero, caben muchas otras cosas.
Todo lo que puedas beber en una noche. Y una copa más. Todo lo que puedas hablar una noche. Y un ratito más. Todo lo que puedas teorizar en un momento de locura. Y una idea tonta más.
Entre esos dientes cabía un corazón. Pero esa es otra historia. Entre esos dientes caben historias, eso mismo. Muchas historias, que no puedo contar, porque no las sé, porque no soy quién para contarlas, porque no os interesan.
Otras historias sí. Como el día aquel que su cabeza, los dientes no, los dientes se quedaron ahí de tope de la realidad, se transformó en un surtidor de pompas de jabón y luz amarilla y roja y verde y azul. Sucedió de repente. Sólo tuvo un pensamiento “nubes de pegatinas” y su cabeza fue poco a poco diluyéndose en pompas de jabón estiradas y gigantes y en colores brillantes y elásticos.
Entre esos dientes no cabe su lengua. Pero si sigue intentándolo cabrá un día. Y en ese acto de contorsionismo aprenderá toda la flexibilidad del mundo, de la vida.
De todas las vidas de Cristina la más veloz se escapa entre los dientes. No es su lengua aún. Es su palabra tal vez, su aliento tal vez, improbablemente su saliva. Es simplemente su voz.

Dientes separados, intersticios, huecos, aire

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